lunes, 27 de diciembre de 2021

Respuesta al artículo de opinión “La inmersión lingüística en Cataluña”, publicado en Diario 16 el 23/12/2021 por Jordi Sedó.

 

Enlace al artículo: https://diario16.com/la-inmersion-linguistica-en-cataluna/
 
Típico artículo que empieza en Guatemala, con un Jordi Sedó intentando explicar de forma algo infantil por qué él considera necesaria la inmersión, y que acaba en ese Guatepeor que consiste en calificar a todo el mundo que no piensa exactamente igual que lo que él ordena como fascista y que, en realidad, no es más que un desesperado intento de apuntalar esos mediocres argumentos que no le convencen ni a él.
 
El hilo argumental del autor es el mismo que el tradicionalista y victimista al que ha recurrido siempre la ultraderecha identitaria catalanista, que va desde Prat de la Riba a Pujol, y que ahora ya está totalmente asumido por esa supuesta izquierda que dicen defender el derecho a decidir y que, en la práctica, no nos dejan ni siquiera decidir en qué lengua oficial queremos desarrollarnos. Sí, esos que te dicen que existen como 70 formas de definir el género de una persona, pero solo una forma de ser catalán que, mira por donde, coincide exactamente con la que ellos quieren imponer.
 
Aunque no lo cite, toda la argumentación del autor gira en torno a un concepto: la lengua propia de Cataluña es el catalán. Como se puede comprobar, en esta afirmación desaparece el sujeto de derecho de toda democracia, el ser humano o persona, que queda a merced del derecho que tiene un territorio o lengua sobre él; una estrategia muy propia de los totalitarismos, que dotando de derechos a “cosas” y simbolitos, y poniéndolos por encima de los individuos y su libertad, pretenden dominar y obligar a la sociedad a someterse a sus caprichos arbitrarios y apetencias de poder. No es una cosa casual, ni mucho menos, es bien sabido que la ultraderecha identitaria catalanista se inventó ese concepto para sustituir al de “lengua materna”, al que los organismos internacionales, como la ONU-UNESCO, sí dotan de derecho individual para las personas, aconsejando la educación de estas en su lengua materna en etapas iniciales, y por tanto totalmente contrario al concepto de inmersión lingüística. No olvidemos tampoco que incluso la Ley de Política Lingüística de Cataluña, en su Capítulo III, Artículo 21, dice literalmente: “Los niños tienen derecho a recibir la primera enseñanza en su lengua habitual, ya sea esta el catalán o castellano. La Administración ha de garantizar este derecho y poner los medios para hacerlo efectivo. Los padres o tutores lo pueden ejercer en nombre de sus hijos instando a que se les aplique”. La cosa queda muy clara, y por eso ahora quieren modificar esta ley después de no haberla cumplido nunca.
Por otro lado, la frase “la lengua propia de Cataluña es el catalán” explica perfectamente por qué no quieren que llamemos español a nuestra lengua. De esta forma, siempre pueden recurrir a aquella lógica simplista de castellano en Castilla, catalán en Cataluña, vasco en el País Vasco, gallego en Galicia…", aunque ya lo de valenciano en Valencia y mallorquín en Mallorca no les hace tanta gracia y pretenden que se les llame catalán mientras niegan que a nuestro idioma le podamos llamar español aunque sea el único común a toda España (si el común fuera el catalán, entonces llamaríamos español al catalán. Cap problema). A esto hay que sumar que, para muchos expertos, el castellano es la lengua romance nacida en Castilla, etc., y que el español es la evolución que se produce en ese idioma a partir de 1492 con la incorporación de arabismos, americanismos, palabras hebreas o de otras lenguas de la península, etc. Resulta curioso que alguien que se describe como lingüista no tenga en cuenta esta realidad y prefiera apoyar su argumentación en el infantil recurso de que todo el mundo que llame español al español es un fascista que quiere hacer extranjero al catalán. Aunque no tanto si se tiene en cuenta que la verdadera intención del autor es criminalizar a los hablantes de español en Cataluña, como queda demostrado en la segunda parte del artículo. Debe haberse mordido la lengua catalana para no acabar pidiendo marginar o tirar piedras o tratar de colonos a los que hablan español y reivindican sus derechos, como hicieron sus compañeros de identidad en esa vergonzante manifestación del otro día en Barcelona en la que pidieron la supresión de los derechos de los hispanohablantes. Y es que, por mucho que traten de negarlo con palabras, sus actos indican que sí tienen la clara intención de extinguir la lengua española de Cataluña. Solo hay que ver con qué argumentos defienden el catalán y con qué argumentos defienden la supuesta supervivencia garantizada del español en Cataluña, aunque el más claro siga siendo esa negativa a aceptar un mísero 25% de enseñanza en lengua española en la escuela. Lo peor de todo es que esto ni siquiera es para proteger al catalán de esa eterna extinción a la que dicen está abocada si no se impone obligatoriamente, pues una lengua con 10 millones de hablantes, presente en todas las esferas sociales y ultraprotegida por las administraciones no parece correr demasiado peligro. Esto de lo que va es de hegemonía cultural y de control del relato, pues ellos consideran que quien controla el relato controla la hegemonía social que puede ayudarlos a ganar elecciones. Así, todos estos organismos citados que dicen hacer estudios sobre la lengua catalana, y que cualquier catalán sabe perfectamente que están controlados por la mafia secesionista, aseguran que casi el 100% de los que tienen el catalán como lengua materna son secesionistas mientras que solo lo son el 13% de los que tienen como lengua habitual el español. De esto es de lo que va la cosa, de cuanto más catalanohablante más secesionista. Y el autor, aunque seguramente de forma inconsciente, lo deja bien claro cuando relaciona hispanohablantes con ultranacionalistas españoles intolerantes que solo viven para extinguir el catalán.
 
Veamos como defiende la extrema derecha sociológica estelada la inmersión:
 
1. Nos dicen que el español se aprende en la calle, que es más o menos como decir que arquitectura se aprende observando la Sagrada Familia. Pero es que, de todas formas, esa no es la cuestión: la cuestión es de derechos individuales. El ocio en la calle es voluntario, y la educación es obligatoria. No pagamos impuestos para que los niños aprendan español en la calle, sino para que aprendan un lenguaje culto y técnico en la escuela.
La afirmación de este autor es una muestra más de que el esteladismo quiere extinguir el español de Cataluña, pues mientras los niños araneses y los catalanohablantes tienen garantizado el derecho a estudiar en su lengua materna, a los hispanohablantes se les desposee del mismo, aunque su lengua sea tan oficial como las otras dos.
 
2. La inmersión favorece la igualdad de oportunidades. Nadie está en contra de que los catalanes dominemos las dos lenguas mayoritarias, pero ¿y esos niños que viven en entornos 100% catalanohablantes -por ejemplo, toda la Cataluña interior, incluidas enteramente las provincias de Gerona y Lérida (sí, en español se escriben así)? ¿A ellos sí podemos desposeerlos de la oportunidad de dominar la lengua común del país que puede facilitarles el acceso a mejores puestos de trabajo en todo el territorio nacional o en el resto de países hispanohablantes? ¿También hay que desposeerlos de una lengua con importante presencia internacional? Vaya, curioso que el futuro de esos niños no les preocupe en absoluto y solo les interese el futuro de los hablantes de español. ¡Qué majos son! ¿Qué haríamos sin su patético paternalismo? La realidad es que su argumento de igualdad de oportunidades solo se circunscribe a un espacio limitado, a una tribu muy concreta: la suya, claro está, que va estrechamente ligada a su rancia concepción de la catalanidad.
Por otro lado, el autor podría explicar por qué los niños que viven en un entorno 100% catalanohablante pueden aprender excelentemente bien el castellano con dos horas a la semana mientras es imposible que el resto pueda aprender catalán con dos horas a la semana. ¿Está intentando decir que los niños que tienen el español como lengua materna son más tontos y limitaditos?
 
3. Como no podía ser de otra manera, el autor recurre al comodín de Franco, obviando que, a partir de los años sesenta, en las escuelas catalanas se impartían más clases en catalán que actualmente en español, obviando que una de las entidades más beligerantes con la defensa del catalán y la cultura catalana, como es Òmnium Cultural, se crea durante el franquismo por franquistas convencidos; obviando que los premios literarios en lengua catalana actualmente más prestigiosos nacen durante el franquismo, o las miles de fotografías en las que se ve a Franco en Cataluña recibido con pancartas en catalán; obviando que si tratas el tema con una persona mayor te asegura que durante el franquismo nunca dejaron de hablar en catalán, etc. Me parece perfecto criticar la dictadura franquista y sus abusos, pero es lamentable recurrir a eso para que, supuestos demócratas convencidos, puedan justificar la aplicación de políticas similares a las de entonces, pero a la inversa, a las que eufemísticamente llaman de “marginación positiva”, como que no se den ni siquiera un 25% de clases en lengua común, o que todas las administraciones catalanas veten el español por defecto, o que se impongan cuotas y multas lingüísticas a los hablantes de español. ¿Cuál es la diferencia con el franquismo que no respetaba los derechos lingüísticos de ciertos hablantes? ¿No será este señor, como todos los que apoyan sus tesis, unos vulgares franquistas sociológicos que han sustituido las palabras España y español por Cataluña y catalán? Desde luego, cada vez se parecen más a la típica extrema derecha, desde el punto de vista identitario, aunque quieran hacérselo perdonar asegurándose como personas izquierdistas en lo social.
Por si lo del comodín de Franco no acababa de convencer, el autor pasa a indignarse con la vergüenza que supone que porque solo una familia quiera el 25% de enseñanza en español todos los alumnos de esa clase tengan que hacer el 25% en español. Por supuesto, en su línea de demócrata, remarca que quien lo pide es afiliado a cierto partido porque seguramente para él se tienen unos derechos u otros dependiendo de a qué partido se vota, como si los favorables de la inmersión no fueran afiliados y votantes de ciertos partidos. Pero lo mejor de todo es que no dice nada de que si en la universidad, donde no se aplica la inmersión (en principio solo se aplica en la escuela), te apuntas a un master que con antelación se anuncia que va a impartirse en español, catalán e inglés, puede venir un ultra, denunciarlo, y provocar que automáticamente se haga solo en catalán. Tampoco comenta que en la universidad un solo alumno puede denunciar a un profesor si hace clases en español, y, aunque esto ya no atañe a la educación, tampoco comenta todas las denuncias que ponen a los trabajadores que hablan español.
Pero ojo, tal vez tenga razón y esto sea una vergüenza, aunque podría haber intentado aportar una solución para que el único recurso que nos queda a los catalanes para defender nuestros derechos no sea acudir a la justicia. Por ejemplo, ¿qué tal una línea monolingüe en catalán para los superdotados que aprenden español con un par de horas, y una trilingüe para los normales?
 
4. El autor pone como ejemplo Santa Coloma de Gramanet porque seguramente es el municipio donde más gente tiene el español como lengua materna, obviando que en Cataluña hay como 946 municipios más, y extrae unos datos facilitados por unos organismos más que sospechosos de trabajar para la causa secesionista y que nadie sabe muy bien de dónde salen, pues yo soy catalán y en mi vida me han hecho una encuesta sobre usos lingüísticos mientras que, al parecer, sí se la han hecho a todos y cada uno de los 116.075 habitantes de Santa Coloma. Curioso, ¿no? Pero venga, va, aceptamos invención como estudio riguroso para que este señor se pueda explayar con eso de que tras 30 años de imposición lingüística exactamente 57.261 habitantes de esa ciudad aún no saben hablar catalán (cuando seguramente lo que responderían es que no es su lengua de uso habitual) y que 13.658 ni siquiera la entienden, es decir, da a entender que tras 30 años viviendo en Cataluña hay exactamente ese número de personas que ni siquiera entienden el catalán cuando, seguramente, si es que las hay y en ese número, bien pueden ser inmigrantes de última generación, y ni siquiera de otros puntos de España, de los últimos 2, 3 o 5 años. Tampoco desglosa los datos por edades, ¿qué tiene que ver que una persona de sesenta años que nunca ha estudiado en catalán, y seguramente tampoco en español, para justificar la aplicación de la inmersión a los niños?
Curioso también que asegure que el 100% de los habitantes de Cataluña se desenvuelven perfectamente en español, cuando eso no pasa ni en el resto de España. Un mantra repetido mil veces por los que ya sabemos, pero que no pueden demostrar de ninguna forma. Aconsejo al autor que se dé un par de vueltas por el interior de Cataluña a ver cuántos se desenvuelven perfectamente en español.
 
5. El autor, a raíz de lo de Santa Coloma, también asegura que existen ciertas zonas de Cataluña con una especie de escudo que impide la presencia del catalán, pero en la práctica se da el caso de que prácticamente todas las emisoras de radio emiten en catalán (y las pocas que no lo hacen tienen impuestas cuotas lingüísticas en catalán), existe una televisión pública solo en catalán con diversos canales que abarcan diferentes temáticas, y también hay algunas cadenas privadas; existe una extensa oferta de prensa escrita disponible en catalán, bibliotecas repletas de libros en catalán, y diarios locales en casi todas las ciudades catalanas en estricto monolingüismo catalán; el teatro es mayoritariamente en catalán, y, como ya he dicho, tanto la administración de la Generalitat como la local solo se dirige a los ciudadanos en catalán; todos los comercios están obligados a presentar sus productos en catalán… y, por supuesto, la escuela es solo en catalán. Podría seguir hasta el infinito, pero creo que queda claro que no hay ningún rincón en Cataluña en el que el catalán no tenga presencia.
 
A lo mejor, alguien de Badajoz (es un ejemplo) que no haya pisado nunca Cataluña se cree lo que dice este señor, pero a un catalán ya no se le puede vender esa moto, y por eso el argumento final de este autor, así como de los pocos que en la práctica defienden la escuela monolingüe en catalán, es el insulto o el intento de desprestigio. Pero si tienes que mentir o insultar para autoafirmar tus argumentos es que sencillamente no tienes argumentos, y esto es lo que les está pasando a los políticos ultranacionalistas catalanes, así como a los voceros que tienen a su disposición en todos los medios: ya no les resulta tan fácil justificar la descarada discriminación a la que someten a esa importantísima parte de la población que les paga el sueldo y que ya no quiere excusitas sentimentaloides, sino soluciones. Ya he dicho que para esta extrema derecha identitaria esto no va de lenguas sino de poder y control social. Por eso ahora están tan nerviositos comprobando que cada vez más catalanes rechazamos sus imposiciones y exigimos respeto a los derechos individuales que tienen las personas respecto a las lenguas oficiales.
 
 
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