Los NO independentistas estamos
acostumbrados a que los independentistas nos llamen de todo: que si fachas, que
si fascistas, que si anticatalanes, agentes del CNI, o incluso, como decía
Isabel Coixet, cosmopolitas.
Tampoco es que haga falta ser
muy listo para saber que en Cataluña, si uno no comulga con el pensamiento
único secesionista, solo puede aspirar a ser definido políticamente como lo
anterior, y seguro que también como botifler
o quintacolumnista, por cierto tipo de individuo. Es algo ya tan extendido que
prácticamente se ha naturalizado, y de esa misma forma suele ser aceptado por
el afectado, aunque cada vez con más creciente orgullo –es aquello de que si un
independentista no te insulta es que algo estarás haciendo mal-, porque, al
final, cualquier persona con dos dedos de frente acaba dándose cuenta de que, de
hecho, casi todas las veces, la desacreditación personal por motivos
ideológicos es la única forma que tienen los mendigos intelectuales de contrarrestar
dialécticamente a un contrincante netamente superior argumentalmente.
Pero la reacción del
oficialismo catalán contra la CUP es algo que tiene matices diferentes, porque considerar
enemigo de Cataluña al disidente no nacionalista, repetimos, es incluso comprensible
desde la lógica dialéctica que siempre ha mantenido el establishment secesionista; pero que a los propios independentistas
se les ponga en el mismo saco de enemigos del pueblo catalán cuando no se
pliegan a la voluntad de ERC y CDC (actualmente fusionados en Junts Pel Sí) es
algo por lo que nunca vamos a poder estarles del todo agradecidos, ya que supone
una de las demostraciones más flagrantes de que el secesionismo no es la ideología
democrática que predican algunos, sino más bien un vulgar régimen capaz de
atacar visceralmente a los que no están de acuerdo con la secesión y a los secesionistas
que no obedezcan las consignas lanzadas por el entramado mafioso conformado por
CDC, ERC, Òmnium Cultural, ANC y AMI.
Pocas explicaciones que no
se adentren en la teoría de la lucha de clases pueden satisfacer la comprensión
del curioso acto de humillación al que la burguesía secesionista somete a los pobres
y desgraciadetes okupas de la
estelada.
Aparte de marcar paquete y
demostrar qué pueden hacer a un izquierdista auténtico si pueden humillar con
tan pocos escrúpulos a sus propios cachorros, la cosa seguro que tiene algo que
ver con lo único que puede resultar admirable de la CUP, y es esa visión de la
independencia como mero ‘instrumento’ para conseguir otras cosas.
Es sabido que el objetivo
final de la CUP es la destrucción del actual sistema, que ellos llaman
neoliberal pero que en España se basa en la economía social de mercado, como
paso previo a la instauración de otro ‘no capitalista’ cuando no directamente
anticapitalista.
Ellos mismos han reconocido
innumerables veces que conseguir algo así en un país como España es casi
imposible –lo típico de que no se puede cambiar España-, y que solo en una
Cataluña débil, recién independizada y por tanto con poca o ninguna autoridad
moral, y seguramente tampoco operativa, para ‘controlar’ ciertos movimientos políticos
-y más aún si estos han sido partícipes en la consecución del next state-, sería posible instaurar un nuevo
sistema con las características que pretenden.
Saber que en fondo tienen razón es lo que realmente da miedo a los de ERC y CDC, y resto de entramado, que también ven la independencia como un instrumento pero para perpetuarse en el poder y repartirse todo el pastel, como demuestra la recurrente dialéctica de superioridad incuestionable que emplean basada en que el ‘auténtico’ y buen catalán solo debe aspirar a ser un perro que mueva la colita cuando ellos lo ordenen.
Saber que en fondo tienen razón es lo que realmente da miedo a los de ERC y CDC, y resto de entramado, que también ven la independencia como un instrumento pero para perpetuarse en el poder y repartirse todo el pastel, como demuestra la recurrente dialéctica de superioridad incuestionable que emplean basada en que el ‘auténtico’ y buen catalán solo debe aspirar a ser un perro que mueva la colita cuando ellos lo ordenen.
Los ideólogos del régimen
estelado comprenden que tienen un problema. Algunos de los suyos les han salido
rana, y mientras a los NO independentistas nos pueden neutralizan con el simple
hecho de convertirnos en anticatalanes (ni siquiera les inquieta la posibilidad
de perder la hegemonía del chiringuito a manos de los no secesionistas, pues
piensan que lo tienen todo tan atado y bien atado que sencillamente es
imposible que eso suceda), con los de la CUP el mensaje de desprestigio
ultranacionalista ya no cuadra tanto pues no olvidemos que los cupaires o cuperos son tan o más independentistas
que los propios amos de CDC y ERC.
Es por esto que el régimen
estelado está dando una nueva vuelta de tuerca a su torticero discurso, y en
vez de anticatalanes acusa a los cupaires
de hacer descarrilar un ‘proceso’ que de hecho nunca ha llegado a estar en vía,
con lo que gana dos cosas: tener una víctima propiciatoria para cuando llegue
lo inevitable, es decir, el fracaso del proceso, y de paso rapiñar los votos de
estos ‘díscolos’ nacionalistas en caso de que el régimen se vea forzado a
convocar nuevas elecciones.
La cuestión, entonces, será
saber si la CUP se mantendrá firme en su discurso anticapitalista, o si por el
contrario acabará cediendo a su alma más facha para convertirse en otro vulgar
engranaje del entramado mafioso que argumenta la independencia con delirios
económicos neoliberales.
¿Dilema? ¿qué
dilema? No hace falta querer mirar para ver que en el 99% de los casos la CUP
votará lo mismo que le ordene la Dreta Republicana de Catalunya, que es otra de
las formas correctas de llamar a Junts Pel Sí, pues por muchas camisetitas
reivindicativas chorras que vistan algunos en sus intervenciones en el Parlament, no habrá nunca nada que se
parezca más a un soberanista de derechas que un soberanista de supuesta izquierda.
Tiempo al tiempo.
Miembros de la @cupnacional aceptando el acuerdo con Junts Pel Sí |