sábado, 10 de octubre de 2015

¿Quién ha jodido el derecho a decidir?

No entiendo cómo estos que se hacen llamar la izquierda, sobre todo los más favorables a la democracia participativa, han dejado que los independentistas se apropien del llamado ‘derecho a decidir’, impidiendo de esta forma que se produjera un debate social que profundizara  sobre cómo dotarlo de contenido y validez jurídico-política real.
Las ansias de poder no se crean ni se destruyen, sino que transforman sus mecanismos para perpetuarse de una forma u otra. Así, como espectadores de lujo, hemos asistido estos últimos años a la progresiva transformación que ha sufrido el ‘derecho a decidir’ en manos secesionistas.
Que nadie se lleve a engaño, nosotros ya advertimos que a los independentistas no les interesa el ‘derecho a decidir’, pero fueron precisamente los izquierdistas de pà sucat amb oli los que, como buenos tontos útiles, mantuvieron al independentismo en alza, asegurándonos que el ‘derecho a decidir’ era una especie de cosa para decidirlo todo, y que los que estaban en contra por considerarlo un eufemismo de ‘derecho a imposición’ éramos en realidad gente con repulsión a la democracia.
Pues bien, señores del puño cerrado (sobre todo si hay subvención que agarrar), vayamos a la realidad: ¿cuántas veces nos ha preguntado algo la Generalitat, siempre gobernada por vosotros y los de la estelada, sobre cualquier asunto que le competa? Pues exactamente ninguna, así antes como ahora.
Debe ser casualidad eso de que no quieran preguntarnos sobre nada de lo que administran, no sea que les fastidiemos el negocio, pero quieran preguntarnos sobre lo que no administran, a ver si con un poco de suerte se lo arrebatamos a la malvada Madrid y lo acaban administrando ellos.
Sí, de verdad, que no es un mito, que los catalanes ‘mayores de edad’ existimos; el resto, si quieren, que sigan participando en los corros de la patata oficialistas cada 11 de septiembre, pero que no nos vengan con sus retorcidas milongas.
Empezaron diciendo que para que ganara la opción independentista era necesaria una mayoría aplastante, que rápidamente cambiaron a una mayoría suficiente, que acabaron rebajando primero a un 55% y después al 51%, para terminar las rebajas, como suele decirse, tirando la casa por la ventana pretendiendo hacer creer a alguien que con una mayoría de escaños (conseguida gracias a una ley electoral que les favorece, aunque solo representen el 47% de los votos contabilizados en unas elecciones autonómicas, es decir, un 39% del censo y aún un porcentaje inferior sobre la población total catalana), es suficiente para llevar a cabo el único objetivo que han tenido siempre: imponer su criterio.

Está claro que no quieren que decidas nada, solo quieren ganar en base a una legitimidad arbitraria, que ellos mismos inventan y transforman según el día. Por eso, ahora más si cabe que antes, va a ser muy difícil que algún día el ‘derecho a decidir’ se quite el sambenito de vulgar eufemismo en manos ultranacionalistas.