sábado, 17 de febrero de 2018

Deportistas secesionistas que compiten por España

Recientemente ha sido publicada una entrevista al jugador de Athletic de Bilbao, Mikel San José, en la que se suma a la tesis defendida por Gerard Piqué de que un independentista puede jugar con España.
Lo cierto es que en la práctica esto es posible porque España es un país integrador que considera español a cualquier persona con nacionalidad española, incluso aunque no haya nacido en territorio nacional, así tenemos a Mirotic jugando con la selección española de baloncesto, o tuvimos a Talant Dujshebaev o a Arpad Sterbik, clave en la consecución del último europeo, jugando con la de balonmano, o a Diego Costa y tantos otros que han jugando con la de fútbol. Etcétera, etcétera.
España es un país que convoca a sus representantes deportivos por criterios de meritocracia, es decir, convoca a los mejores ‘convocables’ independientemente de su condición social, ideas políticas, raza o sexualidad, como se demuestra con la selección de hockey patines en la que la inmensa mayoría, o la totalidad de los convocados, son jugadores catalanes, muchos de ellos, quizá todos, con gran simpatía por el secesionismo, llegando al caso de que el entrenador, como se ha podido comprobar muchas veces por televisión, suele dirigirse a ellos en los entrenamientos y en los partidos oficiales en catalán.
Sabiendo entonces que España es un país que convoca incluso a jugadores que podríamos llegar a considerar antiespañoles, la cuestión es por qué estos secesionistas antiespañoles aceptan voluntariamente competir por España. ¿Acaso este tipo de seres no tiene ética alguna? Sin lugar a duda, son los de su ideología los que aseguran que España es un país que oprime a sus pueblos, ¿por qué entonces vestirse la camiseta de esos malvados opresores?

Dos cosas dirán al respecto:
1. Esos deportistas no pueden competir por Euskadi o Cataluña porque esas selecciones no están reconocidas internacionalmente, pero la cuestión sigue ahí: ¿por qué esos deportistas compiten voluntariamente para el opresor de sus territorios?
Los deportistas que no quieren jugar con España se podrían nacionalizar y competir por otro país. Ahí tenemos a Helena Boada que compite por Eslovenia en baloncesto o a Xavi García que compite por Croacia de Waterpolo, aunque este último tomó esa decisión después de que el seleccionador español decidiera hacer un cambio generacional y no contar con él, es decir, que el motivo de jugar por Croacia no parece responder a un motivo político.
2. Para justificar esta impresionante falta de coherencia y de ética, los secesionistas recurren al argumento de que si esos deportistas se opusieran a jugar con España serían impresionantemente sancionados con no se sabe qué.
El problema es que la realidad demuestra que eso nunca ha sucedido. ¿Hay alguien que pueda decir un solo nombre de deportista sancionado de alguna manera por oponerse a competir por España? Ahí tenemos el caso de Oleguer Presas, que por motivos ideológicos siempre dijo que no jugaría con España y nunca jugó -claro que lo tuvo fácil porque nunca fue convocado, excepto para unas jornadas de convivencia-. Nadal ha renunciado muchas veces a jugar con la selección española de tenis en la Copa Davis y nunca ha sido sancionado; Gasol alguna vez ha renunciado a jugar con España alegando necesitar descanso y nunca ha sido sancionado; y Fran Vázquez, jugador de baloncesto gallego que ha renunciado varias veces a jugar con España y nunca ha sido sancionado. Así podríamos seguir hasta el infinito.
¿Algún argumento, algo tangible, en contra?


Al final, la cosa es bien sencilla: nadie querría vestir voluntariamente la zamarra del opresor de su pueblo, y los secesionistas no tienen problemas en vestir la elástica española. ¿Hace falta explicarlo?

sábado, 10 de febrero de 2018

Los secesionistas y la disonancia cognitiva


Cualquiera que haya perdido el tiempo intentando razonar con un secesionista se ha dado cuenta desde el minuto uno de que algo chirría en esas mentes amarillistas, y si no ha recibido un burdo insulto como respuesta seguramente ha tenido que soportar alguno de sus típicos antiargumentos, que no contrargumentos. A saber:
1. Es antidemócrata (porque los únicos demócratas son los que piensan exactamente como ellos) y, por tanto, es fascista, franquista o españolista, que para ellos significa más o menos lo mismo.
2. Es votante del PP o de Cs (ahora ya incluso de PSC y si apuramos de En Comú), lo que más o menos viene a ser lo mismo que el punto 1 pero con otras palabras.
3. Pero también puede darse que en caso de haberse topado con uno de esos estelados que se las quiere dar de culto y moderado haya obtenido un ridículo bombardeado de suposiciones que se pretenden hacer pasar por argumentos sólidos aunque carezcan de base empírica alguna.
Obviamente, los dos primeros puntos no merecen ni una línea de explicación pues simplemente retratan lo que son los secesionistas en realidad, y por eso vamos a centraremos en el tercer punto.

Es sabido que una persona inteligente, diríamos normal, puede tener su propia teoría o argumento para explicar ciertos hechos o circunstancias, y que estas personas inteligentes y normales suelen contrastar esas teorías con la realidad que les envuelve. Por supuesto, si hay discrepancias entre lo que piensan y la realidad, suelen ajustar su razonamiento para alinearlo con lo real.
Sin embargo, hay otro tipo de personas que, en vez de alinear su pensamiento con la realidad tangible, prefieren hacer lo contrario y adaptan y manipulan la realidad para que cuadre con su erróneo argumentario. Es lo que se conoce como disonancia cognitiva o el recurso del mentiroso, una clara patología psicológica.

Para construir esta realidad paralela, los secesionistas han recurrido tradicionalmente a dos herramientas sociales: una a largo plazo, con la que falsean más o menos indisimuladamente la historia de Cataluña a través del entramado escolar (que no educativo), y otra a corto plazo, para lo que diríamos las mentirijillas y posverdades del día a día, a través de los medios de comunicación y los diversos voceros que trabajan en ellos (tanto en medios públicos como subvencionados, que vienen a ser lo mismo).
Últimamente, sobrepasando ya de mucho lo imaginable por personas normales, han añadido a su intento de adaptar la realidad a su ideología una nueva opción: las leyes exprés con las que han pretendido y pretenden llevar a cabo un cambio normativo que les favorezca en sus aspiraciones.

Así, ahora nos encontramos con que quieren vendernos que Machado era un peligroso fascista centralista igual que intentaron cambiar la realidad asegurando a la opinión pública que las empresas no solo no se irían de Cataluña sino que seguramente saldrían corriendo de la tercermundista España para instalarse en la Dinamarca del Sur, igual que la UE no solo aceptaría desde el primer segundo a una Cataluña secesionada como miembro de pleno derecho sino que incluso expulsaría a España por antidemócratica.
Y así todo.

Tal vez, el último y lamentable episodio de disonancia cognitiva programada por el secesionismo (y digo tal vez porque suelen ir a tal velocidad que ya debe ser el penúltimo), sea eso de los presos políticos.
Cualquier persona normal de un país normal -y así lo atestiguan todas las organizaciones gubernamentales y no gubernamentales del mundo que unánimemente consideran que en España no existen los presos políticos -aunque el secesionismo haya malversado ingentes cantidades de dinero público para intentar que digan lo contrario-, sabe que los actuales políticos presos fueron los ejecutores en la práctica de unas estrategias ilegales claramente marcadas (aunque seguramente no solo por ellos sino por ANC, Òmnium y resto de organizaciones parapolíticas similares), cuya aplicación no les llevaba solo a saltarse la Constitución y varias leyes españolas, y por tanto el marco normativo europeo, sino también las propias leyes catalanas y reglamentos del Parlament que ellos mismos habían aprobado años atrás, aun habiendo recibido claras advertencias de los diversos servicios jurídicos de Generalitat, Parlament, de especialistas independientes, y hasta seguro que de la negociación que llevaron a cabo con Urkullu, el Obispo de Barcelona y otros como mediadores, que dejaban claro que ciertas acciones iban a ser constitutivas de delito.
Pero da igual, su patología les lleva a obviar la realidad, y para ellos los ejecutores de delitos serán por siempre presos políticos igual que las investigaciones al corrupto Pujol eran ataques contra la inmaculada Cataluña.