Por otro lado, la frase “la lengua propia de Cataluña es el catalán” explica perfectamente por qué no quieren que llamemos español a nuestra lengua. De esta forma, siempre pueden recurrir a aquella lógica simplista de castellano en Castilla, catalán en Cataluña, vasco en el País Vasco, gallego en Galicia…", aunque ya lo de valenciano en Valencia y mallorquín en Mallorca no les hace tanta gracia y pretenden que se les llame catalán mientras niegan que a nuestro idioma le podamos llamar español aunque sea el único común a toda España (si el común fuera el catalán, entonces llamaríamos español al catalán. Cap problema). A esto hay que sumar que, para muchos expertos, el castellano es la lengua romance nacida en Castilla, etc., y que el español es la evolución que se produce en ese idioma a partir de 1492 con la incorporación de arabismos, americanismos, palabras hebreas o de otras lenguas de la península, etc. Resulta curioso que alguien que se describe como lingüista no tenga en cuenta esta realidad y prefiera apoyar su argumentación en el infantil recurso de que todo el mundo que llame español al español es un fascista que quiere hacer extranjero al catalán. Aunque no tanto si se tiene en cuenta que la verdadera intención del autor es criminalizar a los hablantes de español en Cataluña, como queda demostrado en la segunda parte del artículo. Debe haberse mordido la lengua catalana para no acabar pidiendo marginar o tirar piedras o tratar de colonos a los que hablan español y reivindican sus derechos, como hicieron sus compañeros de identidad en esa vergonzante manifestación del otro día en Barcelona en la que pidieron la supresión de los derechos de los hispanohablantes. Y es que, por mucho que traten de negarlo con palabras, sus actos indican que sí tienen la clara intención de extinguir la lengua española de Cataluña. Solo hay que ver con qué argumentos defienden el catalán y con qué argumentos defienden la supuesta supervivencia garantizada del español en Cataluña, aunque el más claro siga siendo esa negativa a aceptar un mísero 25% de enseñanza en lengua española en la escuela. Lo peor de todo es que esto ni siquiera es para proteger al catalán de esa eterna extinción a la que dicen está abocada si no se impone obligatoriamente, pues una lengua con 10 millones de hablantes, presente en todas las esferas sociales y ultraprotegida por las administraciones no parece correr demasiado peligro. Esto de lo que va es de hegemonía cultural y de control del relato, pues ellos consideran que quien controla el relato controla la hegemonía social que puede ayudarlos a ganar elecciones. Así, todos estos organismos citados que dicen hacer estudios sobre la lengua catalana, y que cualquier catalán sabe perfectamente que están controlados por la mafia secesionista, aseguran que casi el 100% de los que tienen el catalán como lengua materna son secesionistas mientras que solo lo son el 13% de los que tienen como lengua habitual el español. De esto es de lo que va la cosa, de cuanto más catalanohablante más secesionista. Y el autor, aunque seguramente de forma inconsciente, lo deja bien claro cuando relaciona hispanohablantes con ultranacionalistas españoles intolerantes que solo viven para extinguir el catalán.
La afirmación de este autor es una muestra más de que el esteladismo quiere extinguir el español de Cataluña, pues mientras los niños araneses y los catalanohablantes tienen garantizado el derecho a estudiar en su lengua materna, a los hispanohablantes se les desposee del mismo, aunque su lengua sea tan oficial como las otras dos.
Por otro lado, el autor podría explicar por qué los niños que viven en un entorno 100% catalanohablante pueden aprender excelentemente bien el castellano con dos horas a la semana mientras es imposible que el resto pueda aprender catalán con dos horas a la semana. ¿Está intentando decir que los niños que tienen el español como lengua materna son más tontos y limitaditos?
Por si lo del comodín de Franco no acababa de convencer, el autor pasa a indignarse con la vergüenza que supone que porque solo una familia quiera el 25% de enseñanza en español todos los alumnos de esa clase tengan que hacer el 25% en español. Por supuesto, en su línea de demócrata, remarca que quien lo pide es afiliado a cierto partido porque seguramente para él se tienen unos derechos u otros dependiendo de a qué partido se vota, como si los favorables de la inmersión no fueran afiliados y votantes de ciertos partidos. Pero lo mejor de todo es que no dice nada de que si en la universidad, donde no se aplica la inmersión (en principio solo se aplica en la escuela), te apuntas a un master que con antelación se anuncia que va a impartirse en español, catalán e inglés, puede venir un ultra, denunciarlo, y provocar que automáticamente se haga solo en catalán. Tampoco comenta que en la universidad un solo alumno puede denunciar a un profesor si hace clases en español, y, aunque esto ya no atañe a la educación, tampoco comenta todas las denuncias que ponen a los trabajadores que hablan español.
Pero ojo, tal vez tenga razón y esto sea una vergüenza, aunque podría haber intentado aportar una solución para que el único recurso que nos queda a los catalanes para defender nuestros derechos no sea acudir a la justicia. Por ejemplo, ¿qué tal una línea monolingüe en catalán para los superdotados que aprenden español con un par de horas, y una trilingüe para los normales?
Curioso también que asegure que el 100% de los habitantes de Cataluña se desenvuelven perfectamente en español, cuando eso no pasa ni en el resto de España. Un mantra repetido mil veces por los que ya sabemos, pero que no pueden demostrar de ninguna forma. Aconsejo al autor que se dé un par de vueltas por el interior de Cataluña a ver cuántos se desenvuelven perfectamente en español.
5. El autor, a raíz de lo de Santa Coloma, también asegura que existen ciertas zonas de Cataluña con una especie de escudo que impide la presencia del catalán, pero en la práctica se da el caso de que prácticamente todas las emisoras de radio emiten en catalán (y las pocas que no lo hacen tienen impuestas cuotas lingüísticas en catalán), existe una televisión pública solo en catalán con diversos canales que abarcan diferentes temáticas, y también hay algunas cadenas privadas; existe una extensa oferta de prensa escrita disponible en catalán, bibliotecas repletas de libros en catalán, y diarios locales en casi todas las ciudades catalanas en estricto monolingüismo catalán; el teatro es mayoritariamente en catalán, y, como ya he dicho, tanto la administración de la Generalitat como la local solo se dirige a los ciudadanos en catalán; todos los comercios están obligados a presentar sus productos en catalán… y, por supuesto, la escuela es solo en catalán. Podría seguir hasta el infinito, pero creo que queda claro que no hay ningún rincón en Cataluña en el que el catalán no tenga presencia.