lunes, 27 de diciembre de 2021

Respuesta al artículo de opinión “La inmersión lingüística en Cataluña”, publicado en Diario 16 el 23/12/2021 por Jordi Sedó.

 

Enlace al artículo: https://diario16.com/la-inmersion-linguistica-en-cataluna/
 
Típico artículo que empieza en Guatemala, con un Jordi Sedó intentando explicar de forma algo infantil por qué él considera necesaria la inmersión, y que acaba en ese Guatepeor que consiste en calificar a todo el mundo que no piensa exactamente igual que lo que él ordena como fascista y que, en realidad, no es más que un desesperado intento de apuntalar esos mediocres argumentos que no le convencen ni a él.
 
El hilo argumental del autor es el mismo que el tradicionalista y victimista al que ha recurrido siempre la ultraderecha identitaria catalanista, que va desde Prat de la Riba a Pujol, y que ahora ya está totalmente asumido por esa supuesta izquierda que dicen defender el derecho a decidir y que, en la práctica, no nos dejan ni siquiera decidir en qué lengua oficial queremos desarrollarnos. Sí, esos que te dicen que existen como 70 formas de definir el género de una persona, pero solo una forma de ser catalán que, mira por donde, coincide exactamente con la que ellos quieren imponer.
 
Aunque no lo cite, toda la argumentación del autor gira en torno a un concepto: la lengua propia de Cataluña es el catalán. Como se puede comprobar, en esta afirmación desaparece el sujeto de derecho de toda democracia, el ser humano o persona, que queda a merced del derecho que tiene un territorio o lengua sobre él; una estrategia muy propia de los totalitarismos, que dotando de derechos a “cosas” y simbolitos, y poniéndolos por encima de los individuos y su libertad, pretenden dominar y obligar a la sociedad a someterse a sus caprichos arbitrarios y apetencias de poder. No es una cosa casual, ni mucho menos, es bien sabido que la ultraderecha identitaria catalanista se inventó ese concepto para sustituir al de “lengua materna”, al que los organismos internacionales, como la ONU-UNESCO, sí dotan de derecho individual para las personas, aconsejando la educación de estas en su lengua materna en etapas iniciales, y por tanto totalmente contrario al concepto de inmersión lingüística. No olvidemos tampoco que incluso la Ley de Política Lingüística de Cataluña, en su Capítulo III, Artículo 21, dice literalmente: “Los niños tienen derecho a recibir la primera enseñanza en su lengua habitual, ya sea esta el catalán o castellano. La Administración ha de garantizar este derecho y poner los medios para hacerlo efectivo. Los padres o tutores lo pueden ejercer en nombre de sus hijos instando a que se les aplique”. La cosa queda muy clara, y por eso ahora quieren modificar esta ley después de no haberla cumplido nunca.
Por otro lado, la frase “la lengua propia de Cataluña es el catalán” explica perfectamente por qué no quieren que llamemos español a nuestra lengua. De esta forma, siempre pueden recurrir a aquella lógica simplista de castellano en Castilla, catalán en Cataluña, vasco en el País Vasco, gallego en Galicia…", aunque ya lo de valenciano en Valencia y mallorquín en Mallorca no les hace tanta gracia y pretenden que se les llame catalán mientras niegan que a nuestro idioma le podamos llamar español aunque sea el único común a toda España (si el común fuera el catalán, entonces llamaríamos español al catalán. Cap problema). A esto hay que sumar que, para muchos expertos, el castellano es la lengua romance nacida en Castilla, etc., y que el español es la evolución que se produce en ese idioma a partir de 1492 con la incorporación de arabismos, americanismos, palabras hebreas o de otras lenguas de la península, etc. Resulta curioso que alguien que se describe como lingüista no tenga en cuenta esta realidad y prefiera apoyar su argumentación en el infantil recurso de que todo el mundo que llame español al español es un fascista que quiere hacer extranjero al catalán. Aunque no tanto si se tiene en cuenta que la verdadera intención del autor es criminalizar a los hablantes de español en Cataluña, como queda demostrado en la segunda parte del artículo. Debe haberse mordido la lengua catalana para no acabar pidiendo marginar o tirar piedras o tratar de colonos a los que hablan español y reivindican sus derechos, como hicieron sus compañeros de identidad en esa vergonzante manifestación del otro día en Barcelona en la que pidieron la supresión de los derechos de los hispanohablantes. Y es que, por mucho que traten de negarlo con palabras, sus actos indican que sí tienen la clara intención de extinguir la lengua española de Cataluña. Solo hay que ver con qué argumentos defienden el catalán y con qué argumentos defienden la supuesta supervivencia garantizada del español en Cataluña, aunque el más claro siga siendo esa negativa a aceptar un mísero 25% de enseñanza en lengua española en la escuela. Lo peor de todo es que esto ni siquiera es para proteger al catalán de esa eterna extinción a la que dicen está abocada si no se impone obligatoriamente, pues una lengua con 10 millones de hablantes, presente en todas las esferas sociales y ultraprotegida por las administraciones no parece correr demasiado peligro. Esto de lo que va es de hegemonía cultural y de control del relato, pues ellos consideran que quien controla el relato controla la hegemonía social que puede ayudarlos a ganar elecciones. Así, todos estos organismos citados que dicen hacer estudios sobre la lengua catalana, y que cualquier catalán sabe perfectamente que están controlados por la mafia secesionista, aseguran que casi el 100% de los que tienen el catalán como lengua materna son secesionistas mientras que solo lo son el 13% de los que tienen como lengua habitual el español. De esto es de lo que va la cosa, de cuanto más catalanohablante más secesionista. Y el autor, aunque seguramente de forma inconsciente, lo deja bien claro cuando relaciona hispanohablantes con ultranacionalistas españoles intolerantes que solo viven para extinguir el catalán.
 
Veamos como defiende la extrema derecha sociológica estelada la inmersión:
 
1. Nos dicen que el español se aprende en la calle, que es más o menos como decir que arquitectura se aprende observando la Sagrada Familia. Pero es que, de todas formas, esa no es la cuestión: la cuestión es de derechos individuales. El ocio en la calle es voluntario, y la educación es obligatoria. No pagamos impuestos para que los niños aprendan español en la calle, sino para que aprendan un lenguaje culto y técnico en la escuela.
La afirmación de este autor es una muestra más de que el esteladismo quiere extinguir el español de Cataluña, pues mientras los niños araneses y los catalanohablantes tienen garantizado el derecho a estudiar en su lengua materna, a los hispanohablantes se les desposee del mismo, aunque su lengua sea tan oficial como las otras dos.
 
2. La inmersión favorece la igualdad de oportunidades. Nadie está en contra de que los catalanes dominemos las dos lenguas mayoritarias, pero ¿y esos niños que viven en entornos 100% catalanohablantes -por ejemplo, toda la Cataluña interior, incluidas enteramente las provincias de Gerona y Lérida (sí, en español se escriben así)? ¿A ellos sí podemos desposeerlos de la oportunidad de dominar la lengua común del país que puede facilitarles el acceso a mejores puestos de trabajo en todo el territorio nacional o en el resto de países hispanohablantes? ¿También hay que desposeerlos de una lengua con importante presencia internacional? Vaya, curioso que el futuro de esos niños no les preocupe en absoluto y solo les interese el futuro de los hablantes de español. ¡Qué majos son! ¿Qué haríamos sin su patético paternalismo? La realidad es que su argumento de igualdad de oportunidades solo se circunscribe a un espacio limitado, a una tribu muy concreta: la suya, claro está, que va estrechamente ligada a su rancia concepción de la catalanidad.
Por otro lado, el autor podría explicar por qué los niños que viven en un entorno 100% catalanohablante pueden aprender excelentemente bien el castellano con dos horas a la semana mientras es imposible que el resto pueda aprender catalán con dos horas a la semana. ¿Está intentando decir que los niños que tienen el español como lengua materna son más tontos y limitaditos?
 
3. Como no podía ser de otra manera, el autor recurre al comodín de Franco, obviando que, a partir de los años sesenta, en las escuelas catalanas se impartían más clases en catalán que actualmente en español, obviando que una de las entidades más beligerantes con la defensa del catalán y la cultura catalana, como es Òmnium Cultural, se crea durante el franquismo por franquistas convencidos; obviando que los premios literarios en lengua catalana actualmente más prestigiosos nacen durante el franquismo, o las miles de fotografías en las que se ve a Franco en Cataluña recibido con pancartas en catalán; obviando que si tratas el tema con una persona mayor te asegura que durante el franquismo nunca dejaron de hablar en catalán, etc. Me parece perfecto criticar la dictadura franquista y sus abusos, pero es lamentable recurrir a eso para que, supuestos demócratas convencidos, puedan justificar la aplicación de políticas similares a las de entonces, pero a la inversa, a las que eufemísticamente llaman de “marginación positiva”, como que no se den ni siquiera un 25% de clases en lengua común, o que todas las administraciones catalanas veten el español por defecto, o que se impongan cuotas y multas lingüísticas a los hablantes de español. ¿Cuál es la diferencia con el franquismo que no respetaba los derechos lingüísticos de ciertos hablantes? ¿No será este señor, como todos los que apoyan sus tesis, unos vulgares franquistas sociológicos que han sustituido las palabras España y español por Cataluña y catalán? Desde luego, cada vez se parecen más a la típica extrema derecha, desde el punto de vista identitario, aunque quieran hacérselo perdonar asegurándose como personas izquierdistas en lo social.
Por si lo del comodín de Franco no acababa de convencer, el autor pasa a indignarse con la vergüenza que supone que porque solo una familia quiera el 25% de enseñanza en español todos los alumnos de esa clase tengan que hacer el 25% en español. Por supuesto, en su línea de demócrata, remarca que quien lo pide es afiliado a cierto partido porque seguramente para él se tienen unos derechos u otros dependiendo de a qué partido se vota, como si los favorables de la inmersión no fueran afiliados y votantes de ciertos partidos. Pero lo mejor de todo es que no dice nada de que si en la universidad, donde no se aplica la inmersión (en principio solo se aplica en la escuela), te apuntas a un master que con antelación se anuncia que va a impartirse en español, catalán e inglés, puede venir un ultra, denunciarlo, y provocar que automáticamente se haga solo en catalán. Tampoco comenta que en la universidad un solo alumno puede denunciar a un profesor si hace clases en español, y, aunque esto ya no atañe a la educación, tampoco comenta todas las denuncias que ponen a los trabajadores que hablan español.
Pero ojo, tal vez tenga razón y esto sea una vergüenza, aunque podría haber intentado aportar una solución para que el único recurso que nos queda a los catalanes para defender nuestros derechos no sea acudir a la justicia. Por ejemplo, ¿qué tal una línea monolingüe en catalán para los superdotados que aprenden español con un par de horas, y una trilingüe para los normales?
 
4. El autor pone como ejemplo Santa Coloma de Gramanet porque seguramente es el municipio donde más gente tiene el español como lengua materna, obviando que en Cataluña hay como 946 municipios más, y extrae unos datos facilitados por unos organismos más que sospechosos de trabajar para la causa secesionista y que nadie sabe muy bien de dónde salen, pues yo soy catalán y en mi vida me han hecho una encuesta sobre usos lingüísticos mientras que, al parecer, sí se la han hecho a todos y cada uno de los 116.075 habitantes de Santa Coloma. Curioso, ¿no? Pero venga, va, aceptamos invención como estudio riguroso para que este señor se pueda explayar con eso de que tras 30 años de imposición lingüística exactamente 57.261 habitantes de esa ciudad aún no saben hablar catalán (cuando seguramente lo que responderían es que no es su lengua de uso habitual) y que 13.658 ni siquiera la entienden, es decir, da a entender que tras 30 años viviendo en Cataluña hay exactamente ese número de personas que ni siquiera entienden el catalán cuando, seguramente, si es que las hay y en ese número, bien pueden ser inmigrantes de última generación, y ni siquiera de otros puntos de España, de los últimos 2, 3 o 5 años. Tampoco desglosa los datos por edades, ¿qué tiene que ver que una persona de sesenta años que nunca ha estudiado en catalán, y seguramente tampoco en español, para justificar la aplicación de la inmersión a los niños?
Curioso también que asegure que el 100% de los habitantes de Cataluña se desenvuelven perfectamente en español, cuando eso no pasa ni en el resto de España. Un mantra repetido mil veces por los que ya sabemos, pero que no pueden demostrar de ninguna forma. Aconsejo al autor que se dé un par de vueltas por el interior de Cataluña a ver cuántos se desenvuelven perfectamente en español.
 
5. El autor, a raíz de lo de Santa Coloma, también asegura que existen ciertas zonas de Cataluña con una especie de escudo que impide la presencia del catalán, pero en la práctica se da el caso de que prácticamente todas las emisoras de radio emiten en catalán (y las pocas que no lo hacen tienen impuestas cuotas lingüísticas en catalán), existe una televisión pública solo en catalán con diversos canales que abarcan diferentes temáticas, y también hay algunas cadenas privadas; existe una extensa oferta de prensa escrita disponible en catalán, bibliotecas repletas de libros en catalán, y diarios locales en casi todas las ciudades catalanas en estricto monolingüismo catalán; el teatro es mayoritariamente en catalán, y, como ya he dicho, tanto la administración de la Generalitat como la local solo se dirige a los ciudadanos en catalán; todos los comercios están obligados a presentar sus productos en catalán… y, por supuesto, la escuela es solo en catalán. Podría seguir hasta el infinito, pero creo que queda claro que no hay ningún rincón en Cataluña en el que el catalán no tenga presencia.
 
A lo mejor, alguien de Badajoz (es un ejemplo) que no haya pisado nunca Cataluña se cree lo que dice este señor, pero a un catalán ya no se le puede vender esa moto, y por eso el argumento final de este autor, así como de los pocos que en la práctica defienden la escuela monolingüe en catalán, es el insulto o el intento de desprestigio. Pero si tienes que mentir o insultar para autoafirmar tus argumentos es que sencillamente no tienes argumentos, y esto es lo que les está pasando a los políticos ultranacionalistas catalanes, así como a los voceros que tienen a su disposición en todos los medios: ya no les resulta tan fácil justificar la descarada discriminación a la que someten a esa importantísima parte de la población que les paga el sueldo y que ya no quiere excusitas sentimentaloides, sino soluciones. Ya he dicho que para esta extrema derecha identitaria esto no va de lenguas sino de poder y control social. Por eso ahora están tan nerviositos comprobando que cada vez más catalanes rechazamos sus imposiciones y exigimos respeto a los derechos individuales que tienen las personas respecto a las lenguas oficiales.
 
 
Enlaces relacionados:

jueves, 2 de septiembre de 2021

A favor de los peajes

 

Leo con estupor que una entidad ambientalista llamada Maresme Sostenible animó a celebrar con cava el cierre del peaje de la C-32 en base a una argumentación que no parece estar muy alineada ni con las teorías ambientalistas ni con las de sostenibilidad.
 
Ahora que estamos inmersos en la Agenda 2030, entre cuyos objetivos principales destacan combatir el cambio climático, parece un sinsentido eliminar los peajes de las autopistas, incentivando de esta forma el uso del transporte privado en lugar del compartido o público. Se podría decir que bueno, que en los próximos años (ya se verán cuantos) todos los automóviles serán eléctricos y por tanto no contaminantes. El problema es que eso no es del todo cierto porque el impacto de construir vías para el automóvil privado seguirá siendo el mismo, además de que la energía eléctrica, desde el punto de vista medioambiental y de eficiencia, no parece ser una de las opciones más sostenible por el fuerte impacto ecológico que supone su producción (presas, parques eólicos y solares, etc.), distribución y almacenamiento, y las pérdidas de energía que se producen durante estos procesos.

Pero dejando de lado los aspectos medioambientales o ecológicos, también hay que tener en cuenta el aspecto social.
¿Es justo que toda la ciudadanía pague unas vías que solo utilizan unos cuantos? Parece que el concepto de autopista se ajusta bien al de concertación, es decir, que el usuario pague una parte por su uso; desde luego, mucho mejor que, por ejemplo, la educación, ya que esta última es obligatoria mientras que usar una autopista no lo es, además de que existen vías alternativas para la mayoría de trayectos.
Por otro lado, por muchas campañas que pusieran en marcha algunos, tampoco es cierto que los peajes de Cataluña los pagáramos los catalanes porque en realidad los pagaban únicamente los usuarios de esas vías, entre ellos prácticamente la totalidad de españoles que utilizan el automóvil para salir del país, así como los turistas que entran en el mismo utilizando ese medio, y por descontado las empresas transportistas. Ahora, en cambio, el mantenimiento de esas vías correrá a cargo del presupuesto del Estado, con la consiguiente movilización de recursos y del aumento del déficit público que podría ser destinado otras partidas más necesarias en lo social. Sin olvidar que los términos municipales por los que pasan las autopistas dejarán de ingresar ese IBI, que en muchos casos constituye un porcentaje importante de su presupuesto, y la pérdida de puestos de trabajo.
 
En general, esto de eliminar los peajes de las autopistas no parece una gran idea. Así deben verlo también los del “Espanya ens roba” que han decidido no liberar los peajes sobre los que tienen competencias, en una demostración más de que la mayoría de los movimientos, supuestamente sociales, promovidos por partidos o colectivos independentistas, como el #NoVullPagar, suelen responder únicamente a un vulgar criterio electoralista con la finalidad de crear un efecto de primacía en los medios, lo que ahora comúnmente llamamos hegemonía cultural, sin importarles si eso es realmente beneficioso para Cataluña o si ello perjudica a sus ciudadanos. Puro marketing político, vaya.
 
 
Otros enlaces relacionados:
Fin de los peajes, ¿fin de la indignación?
El Maresme dejará de cobrar 2,9 millones de IBI con el final de los peajes
Otra más del ‘España nos roba’: a partir de hoy solo quedarán activos los peajes dependientes de la Generalitat

miércoles, 9 de junio de 2021

Respuestas a la entrada del artículo de Dolça Catalunya "Los indultos reforzarán el relato de superioridad moral separatista. No verlo así es no entender la realidad catalana”

Como Dolça Catalunya no me permite publicar la réplica a los comentarios que he recibido por dar mi opinión sobre el asunto que trata el artículo, reproduzco aquí mi primer comentario y la réplica que no me permiten publicar:

El artículo en cuestión, es el siguiente:

https://www.dolcacatalunya.com/2021/06/los-indultos-reforzaran-el-relato-de-superioridad-moral-separatista-no-verlo-asi-es-no-entender-la-realidad-catalana/


Y mi primer comentario, el siguiente:

Como no independentista, tengo mis dudas sobre los indultos. Es cierto que estos responden a criterios de aritmética parlamentaria, y que seguramente no van a servir de apaciguamiento para el secesionismo, por lo que, como primera reacción, a uno se le queda un poco cara de imbécil cuando oye hablar de esta posibilidad. Tan cierto como que, una vez superada la subida de bilis inicial, se pueden contemplar diversos aspectos estratégicos positivos en la aplicación de esa medida:

- En primer lugar, mantener a los golpistas en la cárcel tampoco soluciona nada (lo que se tenía que solucionar, la materialización de la secesión, ya se solucionó en su momento), pero, por el contrario, refuerza el relato victimista del secesionismo.

- El indulto no es una enmienda a la sentencia, como algunos quieren dar a entender, porque, entre otras cosas, es una decisión política, no judicial. El indulto es algo así como “te perdono porque me da la gana, a pesar de que eres culpable”, lo cual demuestra una gran fortaleza como Estado, no temiendo a estas gentes. Por supuesto, sabemos que los independentistas van a intentar darle la vuelta a esta humillación (ellos dicen que no van a aceptar los indultos, por lo que es de suponer que se amotinarán en sus celdas), tergiversándola de alguna forma. ¿Pero a quién le importan los delirios de esta gente tan ufana i tan superba?

- Estocada final al relato secesionista: Por mucho que vivas en un mundo paralelo, la realidad es que los secesionistas convocaron un referéndum unilateral sin garantías democráticas, aprobaron la ley de transitoriedad de claro corte totalitario saltándose los derechos de la oposición, contrataron los servicios de gente como Assange para difundir fake news sobre la democracia española, y declararon la independencia unilateral en base a esos resultados sin garantías y sin base alguna en el derecho internacional; posteriormente dijeron que el juicio no sería justo, y fue un juicio retransmitido en directo e impecable, y ahora encima los indultas. Sencillamente, se han quedado sin relato, excepto, tal vez, para algunos partiduchos y medios de extrema derecha identitaria europea, y algunos revolucionarios de pacotilla de extrema izquierda de esos que nunca van a permitir subidas de la luz hasta que tocan poder y se empiezan a comprar casoplones, cosa que tampoco es que les beneficie mucho.

Por otro lado, se crea un gran contraste entre sus antipolíticas de “ni oblit ni perdó”, y la generosidad de la democracia española que si puede olvidar y perdonar.

- Puigdemont queda como lo que es: una vez concedido el indulto, al legítimo se le acaban las comparaciones con Turquía o con quien quiera, por lo que, si en sus intervenciones actuales en el Parlamento Europeo solo asisten Comín y Ponsatí, es probable que en futuro solo asista Comín. Pero lo mejor de todo es que Puigdemont se queda en el limbo, ya que a él no se le puede indultar porque no ha sido juzgado, así que yo dejaría incluso de pedir la extradición y que se pase 25 años paseando su menguante mocho por Bruselas.

- Por último, pero no menos importante, el indulto de los golpistas puede favorecer la polarización del independentismo, entre los partidarios de volverlo hacer y a los que aún les queda un cuarto de neurona y ven que eso no lleva a ningún lado excepto al título de europeos más tontos de la historia.

Si quieren volver a hacerlo, no hay problema. Tenemos que tener confianza en nosotros mismos; que lo hagan, y se les vuelve a juzgar, dejando claro que los principios de la democracia española son firmes y claros, y no sometidos a chantajistas unilateralistas.


A esta reflexión sobre las implicaciones que, a mi entender, pueden tener los indultos, recibo una serie de respuestas que me parecen respetables desde el punto de vista del tema en cuestión (aunque algunos hacen suposiciones sobre lo que pienso o dejo de pensar), pero algo lamentables desde el punto de vista de las referencias a mi persona:







Como es lógico, intento replicar, explicando mi postura, pero por alguna razón que desconozco (aunque puedo intuir) el moderador no me permite publicarla.

Por ello, publico la réplica general a estos comentarios aquí:


Respuesta, en general, para todos los que han contestado a mi comentario:
En primer lugar, creo haber empezado mi comentario diciendo que tenía dudas, y luego he expuesto por qué. Yo respeto las opiniones de los demás, y si no se conceden los indultos me parece perfecto, pero veo que algunos han recurrido a aquello tan manido de intentar acusarme de no vivir en Cataluña y verlo todo muy fácil, o de ser un independentista camuflado, o incluso de sanchista, solo por intentar exponer que, desde un punto de vista estratégico, los indultos no solo no serían ninguna catástrofe, sino que incluso podrían resultar útiles para desarmar a los secesionistas en varios frentes, pues de hecho no implican ninguna concesión política. Algo de razón debo llevar, pues ya estáis viendo que los de Junts han empezado a acusar a Junqueras de traidor por no rechazar el indulto. ¡A Junqueras!
 
An, por ejemplo, asegura que digo lo mismo que Sánchez, pero eso no es cierto. Él dio a entender que cumplir las penas era un acto de venganza, y a mí en ningún momento se me ocurriría decir eso. Luego me define como independentista radical, y eso ya es de risa. Kim va en la misma línea, y Qeng Ho directamente delira.
De verdad, si emitís juicios de valor a esa velocidad sin ser capaces de hacer algo tan sencillo como una búsqueda rápida en Google y echar un simple vistazo a mis redes sociales, activas desde hace años y que resumen de forma clara mi postura, ¿cómo queréis que alguien se tome en serio vuestras opiniones?


(aquí os las dejo, para que luego no escribáis cositas que se quedan ahí para siempre y os hacen perder credibilidad)

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Pensaba que los no independentistas éramos una unión por encima de partidos y matices políticos: primero nuestro país, y luego los intereses partidistas. Pero veo que por aquí hay algunos que están más interesados por las batallitas de ver a si le quitan el miserable e insignificante último escaño por Barcelona a cualquier otro partido no secesionista. ¿A eso es a lo máximo que aspiramos? Sinceramente, la sensación es que estáis más preocupados por ser antisanchistas que por otra cosa. No se entiende demasiado bien porque si pensáis que la concesión de los indultos perjudica tanto al gobierno Frankenstein, entonces mejor que los concedan, ¿no?
 
La fortaleza del Estado se demuestra aplicando la ley, pues claro que sí. Pero es que, ¿en qué momento se ha dejado de aplicar la ley? Que yo sepa ninguna ley de transitoriedad está vigente, el butifarréndum no tiene reconocimiento alguno, se aplicó el 155, y los responsables del golpe de estado están en la cárcel. El indulto es un mecanismo que forma parte de nuestra democracia y que no convierte a nadie en inocente, solo lo saca de la cárcel; son dos cosas distintas. La fortaleza del Estado se puede demostrar también con el perdón, ya que es una demostración de generosidad que envía un claro mensaje: no les tenemos miedo. Si quieren volver a hacerlo, adelante. Se vuelve a aplicar la ley, y punto.
 
¿De verdad tenéis tanto miedecito a que los golpistas vuelvan a hacerlo? ¿Así, cagaditos de miedo, es cómo queréis demostrar nuestra fortaleza? ¿No pensáis que diciendo eso les estáis dando un poder que no tienen?
 
Yo no estoy pidiendo que se les concedan los indultos, lo que digo es que, si se les conceden, no empecemos a tirarnos piedras en nuestro tejado, y seamos capaces de venderlo de forma positiva. De crear un buen relato. Seguramente muchos otros preferirán aprovecharlo para decir que España está acabada, que, al parecer, es la forma con la que pretenden convencer a alguien para que deje de ser independentista. Curioso.
 
Sinceramente, por mucho que se hagan los gallitos, no creo que los separatistas vuelvan a intentarlo, por diversos motivos:
 
1. La secesión unilateral de un territorio de una democracia consolidada no tiene aceptación por el resto de democracias. Los separatas no han recibido ni un solo apoyo por sus actos, ni siquiera de los independentistas más radicales de territorios europeos, como, por ejemplo, los flamencos que, recordemos, tienen mayoría aplastante en el parlamento belga, y que han dicho claramente que nunca actuarían como los golpistas en Cataluña. Los escoceses tampoco han apoyado esos actos, y ni siquiera nuestros queridos vascos. Lo único que se ha cuestionado en algún sitio sobre el proceder de España es si las penas son demasiado altas o tienen correlación con los delitos descritos, pero no hay nadie favorable al unilateralismo, por lo que los golpistas cavarían su propia tumba si volvieran a intentar esa vía, y más aún después de los indultos. Con eso, solo conseguirían reforzar el relato de los no independentistas que defendemos que lo suyo no va de democracia.
 
2. Volverlo a hacer puede provocar la ruptura definitiva de la sociedad catalana y su hundimiento económico, teniendo en cuenta los precedentes. Esto es algo que no interesa ni a los propios secesionistas, pues obviamente ellos también recibirían las consecuencias a cambio de nada.
 
3. Si se les concede el indulto y lo vuelven a hacer (aunque lo vuelvan a hacer personas distintas) será ya casi imposible que puedan volver a ser indultados, por lo que saben seguro que se les va a detener, se les va a juzgar, y van a cumplir las penas íntegras.
 
4. Con los indultos, el relato independentista de oprimiditos está superado, pero es que, si lo vuelven a intentar, entonces creo que estarán definitivamente acabados durante muchas décadas tanto fuera como dentro de España. Incluso los propios separatistas de otros territorios les van a acabar llamando tontos.
 
5. Los no independentistas ahora estamos mejor preparados que antes, por lo que podemos anticipar los medios para evitar que lo vuelvan a hacer.
 
Repito que todo esto es una opinión, que por supuesto no pretendo que le guste a todo el mundo. Pero, por favor, si vuestra contraargumentación es inventarse lo que no soy es que sencillamente no tenéis contraargumentación, y eso sí que no nos conduce a ningún sitio.
 
Aquí, a mi entender, de lo que se trata es de que seamos capaces de controlar el relato, no de que nos pongamos a lloriquear y vayamos siempre a remolque del suyo, porque eso es lo que precisamente les hace tener la hegemonía cultural. Ahora hablamos de lo que ellos quieren, cuando ellos quieren; estamos metidos en su marco mental. ¿Tomamos la iniciativa de una vez y construimos nuestro relato, nuestro propio marco mental? Nosotros somos demócratas, y creemos en la fortaleza de nuestros valores y de nuestro estado de derecho, y por eso podemos permitirnos el lujo de ser generosos incluso con los que nos odian, porque no les tenemos miedo.


Respuestas concretas:

Respuesta a Arrobita:

También puedes echar un vistazo a esto (por aquello de que soy un independentista radical):


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Yo no me dejo engañar por nadie, mi comentario dice claramente que tengo dudas y que los indultos corresponden a tactismo (aritmética) política. Simplemente hago una reflexión de lo que podrían implicar los indultos, sin caer en los catastrofismos partidistas.

 

Aun así, te diré que no estoy de acuerdo con el artículo que enlazas. Solo los fuertes pueden perdonar; el indulto, en este caso, consistiría en perdonar una pena de cárcel, lo que no es sinónimo de que la persona indultada sea inocente, ni de que pueda volver a ocupar un cargo público, ni de rendirse, en ninguna de sus aceptaciones.

 

Claro que las intenciones de los separatas se basan en el engaño, eso lo sabemos. Pero lo que diga Junqueras me da exactamente igual. ¿Si dice que es Brad Pitt eso lo convierte en Brad Pitt?

Obvio que ellos van a seguir con su discursito porque en realidad es lo único que tienen. Pero eso no importa, así que no les deis a los secesionistas un poder que no tienen. Lo que importa son los actos punibles que realicen, y si realizan alguno se les vuelve a aplicar la ley y punto.

 

Por otro lado, aunque el indulto sea una medida de gracia del gobierno, está por ver si los recursos prosperan, es decir, si el indulto se va a poder aplicar.

 

Lo que digo es que seamos inteligentes y que construyamos un relato atractivo en caso de que prosperen, porque esto de ponernos a difundir que por indultar a los golpistas somos un país de mierda, fracasado, fallido, perdedor, etc. (aunque sea por culpa de Sánchez), no favorece precisamente a España sino a los independentistas. Creo que es mucho mejor lanzar el mensaje de que somos una democracia consolidada lo suficientemente segura de sí misma como para aplicar la ley, o medidas de gracia, porque no tenemos miedo a esta gente que tanto nos odia y se autoodia. 

lunes, 8 de marzo de 2021

La victoria de Laporta

Considerándome no independentista, y tratándose de ese equipo del régimen separata que es el Fútbol Club Barcelona, creo que la mejor opción a la que se podía aspirar para acabar hundiendo al més que un club es que lo presida Joan Laporta, como así va a suceder después de que escrutado el voto de las elecciones del 07/03/2021 haya obtenido una abultada victoria con el apoyo del 57% de los socios. 

Razones para pensar así hay unas cuantas: 

En primer lugar, por la situación económica del club. Si con el mejor Barça de la historia y teniendo como responsable económico a Sala i Martin -ese al que los independentistas se empeñaron en definir como el mejor economista del mundo, seguro ganador del Premio Nobel de Economía cada año-, no consiguieron generar beneficios, con un Barça terrenal en lo deportivo y en bancarrota en lo económico, y con un equipo gestor presuntamente más flojo, pueden suceder cosas interesantes. Ya se verá, pero lo mismo dentro de un par de años se tienen que cambiar el nombre a F.C. Badalona.

Después está el aspecto deportivo. Supongo que ahora Laporta hará un proyecto de futuro que girará en torno a… Messi. Casi suena a chiste, pero así es. Desde mi punto de vista, por impopular que sea, el club del régimen estelado debería haber vendido a Leo cuando este lo pidió, cobrar una buena cantidad de millones, librarse de su estratosférica ficha anual, y fichar a dos o tres cracs mundiales emergentes. Ahora, todo eso va a ser mucho más difícil, primero porque el voto sentimental a Laporta va dirigido a repetir glorias pasadas con Messi como protagonista, y segundo porque el jugador puede irse gratis a final de esta temporada, si así lo desea. Por lo que no creo que vaya a aceptar una rebaja de ficha muy relevante.

Por el lado identitario o político, tampoco es que me preocupe mucho. Al final, el Barça es un club deportivo y a nadie le importa un pimiento a lo que algunos piensen que representa. De hecho, creo que la presidencia de Laporta puede contribuir a generar más desafección y desunión dentro del club que a otra cosa, como ya ocurrió en su etapa anterior, a pesar de ganarlo todo. Desde luego, no creo que el carácter de chulo playa de Laporta, versión masculina de Elisenda Paluzie, ayude a mejorar la imagen de club sometido al mediocre panorama político secesionista. 
Es cierto que, para los independentistas, controlar este tipo de cosas es importantísimo. Solo hay que ver como en la misma semana de las elecciones quisieron dar un impulso a la candidatura de Laporta, ordenando a los Mossos la detención de Bartomeu. ¡Los Mossos, esa policía que no ha descubierto ni un solo caso de corrupción en la Cataluña de la mafia del 3% y de chanchullos varios! Pero también sabemos que todo lo que tocan los secesionistas acaba con su prestigio por los suelos. Ahí tenemos a la propia ANC o Òmnium Cultural, ya convertidos en simples grupos de presión de la ultraderecha rancia identitaria, la insignificante Generalitat de Catalunya, el Parlament-circo, o la Cámara de Comercio de Barcelona. Vulgares ídolos con pies de barro al que esperemos que pronto se una el Barça, si es que no lo está ya.

En fin, creo que pueden ser años muy gratificantes para los no independentistas, así que solo queda felicitar a Laporta, ¡y força farsa! 


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lunes, 15 de febrero de 2021

Algunas reflexiones sobre las #Elecciones14F al Parlament de Cataluña

 

Ya tenemos los resultados casi definitivos (99,8 % escrutado) de las elecciones del 14 de febrero de 2021 al Parlament de Cataluña, una elecciones históricas por ser las primeras, y esperemos que las últimas, que se celebran bajo una alerta sanitaria que ha reducido la participación hasta el 53,5%, la más baja en democracia de unas autonómicas catalanas.


Seguramente, con el paso de los días se podrán extraer conclusiones más sesudas, pero ya existen ciertos datos que saltan a la vista:


1. Segundas elecciones consecutivas al Parlament en las que no gana un partido secesionista, y todo eso en pleno procés.

2. Los llamados “cordones sanitarios” no parecen ser una buena medida para frenar opciones políticas de forma antidemocrática (es decir, intentando coartar la voluntad del pueblo).
En estas elecciones, los partidos secesionistas han intentado 2 cordones sanitarios: uno al PSC y otro a Vox, y en el primer caso han ganado las elecciones y en el segundo han irrumpido en el Parlament como cuarta fuerza.
Recordemos que en Francia le han hecho un cordón sanitario al Frente Nacional desde su aparición, y parece que lo único que van a conseguir es que al final gobiernen por mayoría aplastante, y encima a costa de la izquierda.

3. La baja participación ha favorecido al secesionismo, pero no de la forma aclaparadora (abrumadora) que se esperaba; aunque es cierto que con los peores resultados en conjunto de la historia obtienen un porcentaje mayor de votos que en las anteriores elecciones, y suficientes escaños para volver a hacer un gobierno de perdedores siempre y cuando añadan a otro perdedor más al anterior gobierno de perdedores que conformaban ERC y Junts.
Respecto a esto, y ya que a algunos les gusta últimamente poner en cuestión la calidad democrática, sería interesante hacer algunas reflexiones: ¿Son realmente democráticas (entendiendo democracia como la participación del pueblo en los asuntos políticos?) unas elecciones con baja participación? ¿Para que sirve ganar unas elecciones si luego pueden gobernar los perdedores? ¿Debería implantarse el sistema de segunda vuelta?

4. ERC se consolida como marca blanca de la posconvergència que siempre hará lo que Junts ordene, con lo que se condena a seguir siendo el eterno aspirante acomplejado sin visión propia sobre la catalanidad.

5. El desplome de Ciutadans (Cs), que pierde 900.000 votantes respecto a 2017 es bastante inexplicable con el argumento de que era una formación con voto prestado, pues, desde luego, mucho trasvase a PSC no se puede haber producido porque este partido a duras penas supera el número de votantes de las anteriores elecciones (aproximadamente 44.000 votantes más, que no tienen por qué ser de CS teniendo en cuenta que, por ejemplo, En Comú pierde 132.000). Por otro lado, tampoco se ha producido trasvase de votos de Ciutadans al PP o resto de fuerzas, que obtienen peores números de votantes que en 2017. Cierto que Vox irrumpe en el Parlament con algo más de 217.000 votantes, pero aun suponiendo que todos provengan de Cs (cosa no tan clara porque, repito, el resto de partidos también han perdido votos), es difícil explicar que Ciudadanos pierda 734.832 votantes, según los datos en este momento (resultado de la resta a los 1.109.732 votantes que obtuvo en 2017 menos los 157.529 que ha obtenido en 2021 menos los 217.371 que obtiene Vox). La única explicación plausible es que los votantes de este partido han sido radicalmente abstencionistas, cosa bastante sorprende y digna de un análisis futuro más pormenorizado.


Captura de pantalla de El País, edición digital



viernes, 8 de enero de 2021

Trumpistas, populistas e independentistas

A raíz del intento de asalto del Capitolio norteamericano por parte de los partidarios de Trump, hemos visto como la extrema y no tan extrema izquierda, y sus socios preferentes los independentistas, han puesto rápidamente a trabajar en las redes sociales a sus ejércitos de bots (humanos y no humanos), al más puro estilo Ministerio de la Verdad orwelliano, con la intención de intentar borrarnos rápidamente la asociación de imágenes, que a todos nos vino automáticamente a la memoria, que nos recordaron el asedio al Congreso o al parlamento andaluz cuando trataron de oponerse a la formación de gobierno en base a la elección democrática del pueblo, los primeros, o del asedio a la Consejería de Economía de la Generalitat o al propio Parlament de Cataluña entorno al simulacro de referéndum del 1 de octubre de 2017, en el caso de los segundos.

Cierto que hay algunos aspectos diferentes, pues al parecer algún trumpista llevaba armas, claro que lo que no se dice es que en EE.UU. está permitido llevar armas, por lo que no tiene nada de sorprendente que la gente las lleve. También se está tratando de obviar que los cuatro muertos hasta el momento son todos manifestantes (en las últimas horas ha trascendido la existencia de una quinta víctima mortal que al parecer es policía, aunque su muerte no se debe a heridas de bala ni de cualquier otro tipo de arma). ¿Os imagináis que hubiera sucedido en España si la policía mata a quemarropa a un podemita en el Congreso o en Andalucía como han hecho en USA con la desarmada Ashli Babbitt por el simple hecho de trepar por una puerta para expresar su libertad de expresión (que es como tratarían de venderlo los extremistas de izquierda)?

Pero si patética fue la reacción desesperada del extremo izquierdo para que no se asociaran los hechos, consiguiendo justamente lo contrario como si fuera un ejemplo sobre lo que nunca hay que hacer en comunicación política del libro <<No pienses en el elefante>> de George Lakoff, más patética resulta la escusa oficialista (digo oficialista porque todos esos bots repetían lo mismo) tratando de hacer mendigar a cualquiera la creencia de que una cosa y la otra nada tenían que ver por el simple hecho de que los trumpistas habían conseguido entrar al Capitolio mientras que ellos no consiguieron entrar en los diferentes parlamentos. Porque, justamente, lo que no tiene nada que ver es que la policía en España hiciera su trabajo e impidiera el paso a los manifestantes mientras que a la policía de USA solo le ha faltado ponerles una alfombra roja y acompañarles del brazo hasta la cocina (las pilas se las pusieron luego, una vez los manifestantes ya estaban dentro). Y es que precisamente eso no cambia que la intención de los manifestantes, en ambos casos alentada por líderes políticos, fuera protestar contra la voluntad democrática expresada por el pueblo.

 

¿Qué se pretende incitando a las protestas contra unos resultados democráticos? ¿Qué sentido tiene eso? Cualquiera pensaría que los resultados de unas elecciones democráticas se aceptan si eres demócrata, y ya está (siempre y cuando no haya pruebas concluyentes de irregularidades), por lo que la intencionalidad de este tipo de protestas llevadas a cabo por los populistas solo puede ir encaminada a socavar la legitimad del sistema democrático, demostrando una falta de respeto increíble hacia el mismo cuando no una oposición frontal, si los resultados obtenidos no son los que les interesaban.

Lo de Cataluña aún fue peor, pues se trataba claramente de intentar imponer por la fuerza la voluntad de una minoría en base a una votación ilegal y sin ningún tipo de garantía democrática. Eso ya no se llama populismo sino fascismo.   

 

Y es que no hay que olvidar que los populismos de todo el mundo, sean de izquierda o derecha, pueden tener características ideológicas y hasta regionalistas propias, pero también una base de similitudes que justamente es lo que hace que se les pueda definir como populismos. Las dos principales son: proponer soluciones fáciles a problemas complejos bajo el argumento de que si no se ha hecho antes es porque la casta que gobierna simplemente no ha querido hacerlo, y comportarse como demócratas pero solo en el aspecto formal del término, es decir, ser en apariencia demócrata y presentarse a las elecciones e intentan llegar al gobierno a través de las mismas de una forma más o menos democrática, aunque con unas buenas dosis de demagogia.

El problema viene después, ya que, si no ganan, los populistas se dedican entonces a vomitar toda su bilis con la intención de desprestigiar el sistema democrático y sus instituciones, exigiendo su reforma; si ganan, en cambio, se ponen rápidamente a hacer todo tipo de reformas iliberales que les permitan perpetuarse en el poder bajo el pretexto de que solo ellos ostentan la representatividad del pueblo legítimo.

El caso más típico de esto último suele ser el de atacar e intentar controlar a la justicia cuando las sentencias no son favorables a sus intereses (aunque esto es independientemente de si están en el poder o no), cosa que ha hecho el propio Trump, Putin, Orbán, y un largo etcétera, incluidos Pablo Iglesias y resto de representantes podemitas, y también todos los líderes independentistas catalanes y sus votantes.


(meme sobre el populismo)