Para variar, acabaremos el año
con una entrada que por primera vez en este blog no será política, siempre y
cuando consideremos que el premio Nobel y la cultura no lo sean…
Desde que se conociera la
concesión del premio Nobel de Literatura a Bob Dylan hemos leído, visto y oído,
innumerables opiniones al respecto en todos los formatos existentes hoy día. Los
comentarios más populares van desde la oposición total al apasionamiento
irracional por la mencionada concesión; en cambio, en las cabeceras más
tradicionales, en los medios de toda la vida, parece que los colaboradores
estrella han optado por posicionarse más bien en contra de la concesión del
Nobel al cantautor de Minnesota.
Los argumentos contrarios
suelen ir referidos en dos sentidos:
1.
Bob Dylan no es escritor. No hace literatura.
2.
No es un premio a la alta cultura.
Ambas son cuestiones
básicamente filosóficas: ¿Qué es ser escritor o qué es literatura? ¿Todo aquel
que escribe es escritor y todo lo escrito es literatura? ¿Y qué es alta
cultura? ¿Toda expresión del pueblo es cultural o solo lo es la expresión de
las élites ilustradas?
Obviamente, todo esto daría para
un ensayo, y esta entrada no lo es, así que vamos a centrarnos en lo básico.
En primer lugar, hay que
destacar que casi nadie duda de que Bob Dylan merezca un reconocimiento de
Nobel, excepto en unos casos bastante concretos que han aprovechado para
definir el arte del autor estadounidense
como vulgar o popular. Lo que básicamente se cuestiona es que se merezca un
premio destinado a la literatura. En ese aspecto, hay que reconocer que, quizá, los premios Princesa de Asturias
estuvieron más acertados concediéndole el de las Artes, concepto mucho más
amplio que puede englobar casi cualquier disciplina, y del que Dylan parece
indudablemente merecedor.
Pero aun así, no parece muy
acertado decir que Bob Dylan no hace literatura, a no ser que solo consideremos
literatura a la prosa en general, y a la ficción en particular.
Si consideramos que la
poesía es merecedora de ser calificada como literatura, Bob Dylan es entonces
merecedor de un premio literario, ya que, aunque los textos de sus canciones
fueron escritos para ser escuchados más que para ser leídos, no cabe duda de
que poseen una alta calidad poética. A esto, habría que añadirle que una de las
características más celebradas de la poesía es su musicalidad, razón por la que
tantas poesías de numerosos poetas hayan sido versionadas o interpretadas con
música. Solo hay que fijarse en el territorio patrio, en Lorca o Miguel
Hernández por poner dos claros ejemplos. Y Dylan no solo ha puesto el texto
sino también la música, y la forma de interpretar todo el conjunto, lo cual no
parece restarle valor como poeta sino, en todo caso, incrementárselo.
Como parece complicado
negarle a Dylan la condición de trovador moderno, es decir, de poeta y por
tanto merecedor de premios literarios, este primer argumento se ha ido
camuflando por otro más sofisticado que considera que, sea lo que sea lo que
haga el autor de la ciudad de Duluth, eso no es alta cultura. Es este, sin
duda, un argumento bastante elitista y hasta reduccionista, casi del tipo nazi afirmando
que lo que hacía Picasso podía hacerlo un niño de 3 años.
¿Qué es alta cultura? ¿Qué
es alta literatura? ¿Un Dostoievski escribiendo ‘El jugador’ es alta cultura?
¿lo es ‘El doctor Jekyll y míster Hyde’ de R.L. Stevenson? ¿’La isla del
tesoro’? ¿Jack London? ¿’La dama de Blanco’? ¿’Cien años de soledad’? ¿’Alicia
en el país de las maravillas’? ¿’Kim’, de Kipling? ¿los diversos cuentos de
Poe?
Podríamos seguir poniendo
infinitos ejemplos, pero si se dice popularmente que ‘lo breve dos veces bueno’
es porque tenemos cierta capacidad para captar conceptos, así que queda claro
que muchas de las grandes obras, de las más exitosas, vendidas, premiadas y
reconocidas, de la literatura universal no destacan por su elevado y sesudo
contenido, sino por tener eso que nos hace soñar, volar, trasladarnos a otros
sitios, sentirnos otras personas, disfrutar y emocionarnos en el sofá o en el
asiento de un tren, en medio del campo, o donde sea. Otra cosa no, pero sobre
conseguir eso poco puede reprochársele a las canciones del ya hace tiempo
eterno Bob.