martes, 18 de abril de 2017

El excelentísimo diputado Ramón Espinar

Una de las características del populismo consiste en sobredimensionar las desgracias ajenas y proponerse a uno mismo como única solución posible a todas ellas. Luego, cuando este tipo de partido llega al poder, lo normal es que no haga nada o casi nada, pues sus recetas milagrosas son en realidad inexistentes y sus políticas reales contraproducentes y fracasadas. Es aquello que ya hemos visto tantas veces en la Historia de quitar a unos cabrones para poner a otros que van a acabar siendo más cabrones aún.

Lo curioso del caso español es que estos nuevos cabrones, perdón, esta nueva forma de hacer política, aún no ha llegado al poder y ya está dando muestras de lo que nos espera si lo consigue.

Como ejemplo a destacar podríamos citar al ahora excelentísimo diputado podemita Ramón Espinar, al que, como a casi todos los dirigentes de su formación, no se le conoce oficio ni provecho alguno (excepto sus chulescas apariciones en La Sexta quejándose de todo sin proponer solución a nada), que gracias a su forma de proceder nos está dejado un buen repertorio de las más altas muestras de la hipocresía imperante en estos oportunistas que se creen la misma reencarnación de la voluntad del pueblo.

He aquí una pequeña muestra:

1. Problema de la vivienda: ¿Cuántas veces hemos oído a estos partidos poner el grito en el cielo por el precio de la vivienda, considerada por ellos un derecho fundamental?
Pues bien, ante esta situación, se ve que, aparte de quitar las placas de los edificios de protección oficial construidos por el anterior régimen (debe ser para que no se note demasiado la irrisoria cantidad que se construye ahora que están ellos), al señor Espinar no se le ocurrió otra cosa mejor que especular con su vivienda de protección oficial (VPO) a la que tuvo acceso antes que otros conciudadanos seguramente más necesitados y sin padres con tarjetas Black.

2. Refrescos azucarados: Ante la cruzada que se ha iniciado en varios países europeos contra este tipo de producto debido a los probables perjuicios que ocasionan a la salud, Ramón Espinar, suponemos que con alevosía tratándose de una empresa norteamericana tan emblemática, propuso, entre otras cosas, eliminar la Coca-Cola del bar del Congreso.
Poco después, como extraña forma de protesta, pudimos verlo bebiéndose un par de ellas en ese mismo bar. Todo coherencia, el chico.

Bebe Espinar


3. Pobreza (y desnutrición infantil): Sin duda, nadie podrá discutir que no hay cosa mejor para acabar con la desnutrición, al menos con la propia, que meterse entre pecho y espalda una buena mariscada al grito independentista de 'Galiza ceive'.




Y es que, al final, de lo único que se va a dar cuenta el poder popular es de que la queja por la queja no es en realidad una reivindicación, y menos aún una solución a algo, sino simple marketing político del que algunos sí sacan provecho.