viernes, 8 de enero de 2021

Trumpistas, populistas e independentistas

A raíz del intento de asalto del Capitolio norteamericano por parte de los partidarios de Trump, hemos visto como la extrema y no tan extrema izquierda, y sus socios preferentes los independentistas, han puesto rápidamente a trabajar en las redes sociales a sus ejércitos de bots (humanos y no humanos), al más puro estilo Ministerio de la Verdad orwelliano, con la intención de intentar borrarnos rápidamente la asociación de imágenes, que a todos nos vino automáticamente a la memoria, que nos recordaron el asedio al Congreso o al parlamento andaluz cuando trataron de oponerse a la formación de gobierno en base a la elección democrática del pueblo, los primeros, o del asedio a la Consejería de Economía de la Generalitat o al propio Parlament de Cataluña entorno al simulacro de referéndum del 1 de octubre de 2017, en el caso de los segundos.

Cierto que hay algunos aspectos diferentes, pues al parecer algún trumpista llevaba armas, claro que lo que no se dice es que en EE.UU. está permitido llevar armas, por lo que no tiene nada de sorprendente que la gente las lleve. También se está tratando de obviar que los cuatro muertos hasta el momento son todos manifestantes (en las últimas horas ha trascendido la existencia de una quinta víctima mortal que al parecer es policía, aunque su muerte no se debe a heridas de bala ni de cualquier otro tipo de arma). ¿Os imagináis que hubiera sucedido en España si la policía mata a quemarropa a un podemita en el Congreso o en Andalucía como han hecho en USA con la desarmada Ashli Babbitt por el simple hecho de trepar por una puerta para expresar su libertad de expresión (que es como tratarían de venderlo los extremistas de izquierda)?

Pero si patética fue la reacción desesperada del extremo izquierdo para que no se asociaran los hechos, consiguiendo justamente lo contrario como si fuera un ejemplo sobre lo que nunca hay que hacer en comunicación política del libro <<No pienses en el elefante>> de George Lakoff, más patética resulta la escusa oficialista (digo oficialista porque todos esos bots repetían lo mismo) tratando de hacer mendigar a cualquiera la creencia de que una cosa y la otra nada tenían que ver por el simple hecho de que los trumpistas habían conseguido entrar al Capitolio mientras que ellos no consiguieron entrar en los diferentes parlamentos. Porque, justamente, lo que no tiene nada que ver es que la policía en España hiciera su trabajo e impidiera el paso a los manifestantes mientras que a la policía de USA solo le ha faltado ponerles una alfombra roja y acompañarles del brazo hasta la cocina (las pilas se las pusieron luego, una vez los manifestantes ya estaban dentro). Y es que precisamente eso no cambia que la intención de los manifestantes, en ambos casos alentada por líderes políticos, fuera protestar contra la voluntad democrática expresada por el pueblo.

 

¿Qué se pretende incitando a las protestas contra unos resultados democráticos? ¿Qué sentido tiene eso? Cualquiera pensaría que los resultados de unas elecciones democráticas se aceptan si eres demócrata, y ya está (siempre y cuando no haya pruebas concluyentes de irregularidades), por lo que la intencionalidad de este tipo de protestas llevadas a cabo por los populistas solo puede ir encaminada a socavar la legitimad del sistema democrático, demostrando una falta de respeto increíble hacia el mismo cuando no una oposición frontal, si los resultados obtenidos no son los que les interesaban.

Lo de Cataluña aún fue peor, pues se trataba claramente de intentar imponer por la fuerza la voluntad de una minoría en base a una votación ilegal y sin ningún tipo de garantía democrática. Eso ya no se llama populismo sino fascismo.   

 

Y es que no hay que olvidar que los populismos de todo el mundo, sean de izquierda o derecha, pueden tener características ideológicas y hasta regionalistas propias, pero también una base de similitudes que justamente es lo que hace que se les pueda definir como populismos. Las dos principales son: proponer soluciones fáciles a problemas complejos bajo el argumento de que si no se ha hecho antes es porque la casta que gobierna simplemente no ha querido hacerlo, y comportarse como demócratas pero solo en el aspecto formal del término, es decir, ser en apariencia demócrata y presentarse a las elecciones e intentan llegar al gobierno a través de las mismas de una forma más o menos democrática, aunque con unas buenas dosis de demagogia.

El problema viene después, ya que, si no ganan, los populistas se dedican entonces a vomitar toda su bilis con la intención de desprestigiar el sistema democrático y sus instituciones, exigiendo su reforma; si ganan, en cambio, se ponen rápidamente a hacer todo tipo de reformas iliberales que les permitan perpetuarse en el poder bajo el pretexto de que solo ellos ostentan la representatividad del pueblo legítimo.

El caso más típico de esto último suele ser el de atacar e intentar controlar a la justicia cuando las sentencias no son favorables a sus intereses (aunque esto es independientemente de si están en el poder o no), cosa que ha hecho el propio Trump, Putin, Orbán, y un largo etcétera, incluidos Pablo Iglesias y resto de representantes podemitas, y también todos los líderes independentistas catalanes y sus votantes.


(meme sobre el populismo)