Estos últimos días hemos
asistido a la indignación de cierto tipo de personas, producto de las desafortunadas
declaraciones de Rodríguez Ibarra comparando a los independentistas con nazis.
Paradójicamente, estos indignadísimos
suelen ser los mismos que se pasan el día insultando a todos los españoles (como
bien puede comprobarse en internet), llamándonos cualquier cosa que les parezca
oportuna: africanos en modo despectivo, antidemocráticos, inútiles, ladrones o analfabetos
son típicos argumentos que utilizan en contra de nosotros y nuestros hijos, sin
que eso les suponga algún tipo de conflicto moral o condena por parte de nadie.
Por supuesto, ellos jamás practicarán la autocrítica cuando, por ejemplo, un historiador
llamado Josep Fontana publica un artículo titulado “La deriva nazi del PP” en El Pariódico de Catalunya; como tampoco lo hicieron cuando la presidenta de Òdium Cultural, Muriel Casals, afirmó
que educar a los niños en un sistema bilingüe es propio de padres maltratadores.
Eso sí, si Santiago Espot promueve el boicot a los productos españoles tienes
unos cojones inmensos; y si el espinado mercenario Carod-Rovira rinde Cataluña
al terrorismo etarra, lógicamente vanagloriándose que ETA deja de matar en
Cataluña porque Cataluña no es España, es una especie de visionario del Next State In Europe que ganará el
Premio Nobel de la Paz como mínimo dos años seguidos.
Aún así, Ibarra se
equivocó. No debió ser tan exagerado, y sí centrarse algo más en lo concreto y
realista. Obvio es que no hubiera despertado tantas críticas si sencillamente se
hubiera limitado a decir que los independentistas son cercanos al fascismo, por
ejemplo, en la estrategia de información que aplican, por no decir ya en el
fomento del espíritu nacional independentista que fomentan, o en la concepción que
del mismo sistema democrático basado en el Estado de Derecho que tienen.
Como muestra, un botón: Aquí
van los
11 principios de la propaganda según Goebbels, que tan bien han ido implantando
los independentistas durante estas últimas décadas en Cataluña (y me atrevo a
decir que en Euskadi):
1. Principio de
simplificación y del enemigo único: Adoptar una
única idea, un único símbolo. Individualizar al adversario en un único enemigo.
“España nos roba” o “la
culpa de todo lo malo que pasa en Cataluña es de España” (o el eufemismo
Madrid), son expresiones que todo buen pero que buen catalán tiene que expresar
al menos una vez al día.
2. Principio del método de
contagio: Reunir diversos
adversarios en una sola categoría o individuo. Los adversarios han de
constituirse en suma individualizada.
Tanto da de quién provenga
la opinión si no gusta a los independentistas. Puede expresarla un socialista, un
popular, un catalán o una persona del resto de España, un profesional muy
cualificado o poco, que si no gusta a los independentistas automáticamente se
etiqueta como la opinión de un vulgar españolista opresor del pueblo de
Cataluña.
3. Principio de la
transposición: Cargar sobre el adversario
los propios errores o defectos, respondiendo el ataque con el ataque. Si no
puedes negar las malas noticias, inventa otras que las distraigan.
Cataluña está mal
gestionada por culpa de España; cuando se detiene a un corrupto independentista
no se está deteniendo a un corrupto independentista sino al pueblo de Cataluña.
¡Uffff…!
4. Principio de la
exageración y desfiguración: Convertir cualquier anécdota, por pequeña que sea, en amenaza
grave.
Si una persona mal
formada aparece en algún medio diciendo cosas negativas sobre Cataluña,
automáticamente todos los españoles piensan lo mismo o incluso cosas peores. Si
esa misma persona apareciera alabando el independentismo, sería un ejemplo de
demócrata. Uno de esos pocos españoles que valen la pena.
5. Principio de la
vulgarización: Toda propaganda debe ser
popular, adaptando su nivel al menos inteligente de los individuos a los que va
dirigida. Cuanto más grande sea la masa a convencer, más pequeño ha de ser el
esfuerzo mental a realizar. La capacidad receptiva de las masas es limitada y
su comprensión escasa; además, tienen gran facilidad para olvidar.
En primer lugar sólo
hay que decir que el líder espiritual de los independentistas es Junqueras. Si
esto no es adaptar los conceptos al menos inteligente de los individuos, como
dirían los intelectuales independentistas, que baje Messi y lo vea.
Vamos al tema de las
balanzas fiscales. La propia Generalitat ha publicado varias balanzas fiscales calculadas
con metodologías diferentes. Pero, ¿a quién importa eso? Los independentistas
sólo publicitan las únicas que les favorecen, sin explicar siquiera la
metodología empleada, es decir, qué significan. ¡Qué más da si van dirigidas a
tontos útiles que repetirán como loritos que con la indepe seremos la Holanda
del sur, o esa Massachusetts del Mediterráneo con el nivel educativo de
Finlandia. Ostres, fins i tot em sembla
que començo a escoltar el acords del Vilorai!
6. Principio de orquestación:
La propaganda debe limitarse a un número
pequeño de ideas y repetirlas incansablemente, presentarlas una y otra vez
desde diferentes perspectivas, pero siempre convergiendo sobre el mismo
concepto. Sin fisuras ni dudas. De aquí viene también la famosa frase: "Si
una mentira se repite lo suficiente, acaba por convertirse en verdad".
“España nos roba”, “España
es antidemocrática”, “expolio fiscal”, “los españoles son quillos; poco
inteligentes y mal formados”, “Cataluña mira a Europa y España a América”, y
todo ese tipo de chorradas.
Por supuesto, los
independentistas son todo lo contrario: ellos son seres superiores.
7. Principio de renovación: Hay que emitir constantemente informaciones y argumentos nuevos a
un ritmo tal que, cuando el adversario responda, el público esté ya interesado
en otra cosa. Las respuestas del adversario nunca han de poder contrarrestar el
nivel creciente de acusaciones.
El punto se entiende
por sí mismo, pero yo diría que el ejemplo son las tonterías que Homs vomita
cada vez que da rueda de prensa. No es el único vocero, eso lo sabemos, otros incluso
peores tienen esta misma función siempre con tal de que no se hable de
corrupción, paro, recortes sociales, y sobre todo de la inutilidad que demuestran
alguno a la hora de gobernar.
8. Principio de la
verosimilitud: Construir argumentos a
partir de fuentes diversas, a través de los llamados globos sonda o de
informaciones fragmentarias.
Aquí entra en juego
la llamada “sociedad civil”, que yo definiría como S.C.P., es decir, Sociedad
Civil Particular (del independentismo), pues todos sabemos que son los mismos
perros con distinto collar. Eso sí, siempre obedientes perritos dispuestos a obedecer
lo que obligue el amo a cambio de una suculenta subvención.
Indistintamente, este
grupo lo incluyen partidos políticos, sindicatos, colectivos profesionales,
medios de comunicación, clubs deportivos, actores, algún que otro economista de
esperpéntica chaqueta o pelos, profesores, supuestos historiadores, y ese largo
etcétera que desgraciadamente conocemos.
9. Principio de la
silenciación: Acallar las cuestiones
sobre las que no se tienen argumentos y disimular las noticias que favorecen el
adversario, también contraprogramando con la ayuda de medios de comunicación
afines.
Queda claro que en
Cataluña hay cientos de medios de comunicación: diarios, radios,
televisiones (me refiero a todo el territorio, incluyendo cosas provinciales,
comarcales, locales y todo eso), que para nada son necesarios, pero que se
encargan de mantener vivo la conversación que el amo quiere mantener, o que
diluyen la que el amo no quiere mantener.
TV3
emitirá las veces que se consideren oportunas esos programas defendiendo las
tesis independentistas, pero jamás emitirá un programa con los argumentos de
los no independentistas. ¿Lo duda alguien?
10. Principio de la transfusión:
Por regla general, la propaganda opera
siempre a partir de un sustrato preexistente, ya sea una mitología nacional o
un complejo de odios y prejuicios tradicionales. Se trata de difundir
argumentos que puedan arraigar en actitudes primitivas.
Los independentistas
son primitivos, y ya sabemos que los colegios catalanes aon una máquina de
adoctrinamiento: 1714 fue una guerra de independencia; Cataluña no tiene nada
que ver con el resto de España; si no fuera por Cataluña, los españoles se
morirían de hambre; son ellos los que odian, no nosotros.
11. Principio de la
unanimidad: Llegar a convencer a mucha
gente de que piensa "como todo el mundo", creando una falsa impresión
de unanimidad.
De esto básicamente
se encarga la encuesta CEO. Eso sí, con la inestimable colaboración de los
siempre solícitos medios de comunicación subvencionados por el régimen.