(Esta
entrada, como su título indica, es la respuesta a los comentarios recibidos en
la entrada El síndrome Rahola y los ‘ismos’, ya que como Blogger sólo permite hacer
comentarios de un máximo de 4.096 caracteres, publicarla de esta forma es la
única solución factible que he encontrado para responder.
Posteriormente,
la parte que hace referencia a XSiM será publicada como la entrada El
progresivo enraholamiento de XSiM -como anticipo
al final-, con mínimas alteraciones de estilo en el texto, pero ampliando el número de enlaces que hacen referencia al
enraholamiento del citado.)
Lo primero que me gustaría es pedirte disculpas por no contestar antes. La verdad es que no es que no quiera, simplemente no tengo configurado ningún sistema de alerta que me avise de los comentarios, y yo personalmente no estoy demasiado pendiente del blog.
Mi forma de proceder es
simple, y la siguiente: normalmente reflexiono sobre temas que me interesan, que
escribo y publico en el blog siguiendo mi propio criterio. Por lo general, o al
menos así ha sido hasta ahora, no vuelvo a entrar en él hasta que tengo la
intención de publicar una nueva entrada, y entre una cosa y otra puede pasar mucho
tiempo. En el caso de las primeras entradas ha pasado incluso más de un año, y
es por eso básicamente por lo que en esta ocasión he querido dar una
explicación más extensa, ya que realmente tampoco me siento demasiado obligado
a justificar mi forma de proceder con mi blog.
Sólo quiero añadir que mi
intención es ir mejorando estos aspectos por deferencia a quien pueda tomarse
la molestia de leer lo que escribo y hacer algún comentario al respecto. Ya han
sido varias las veces que me he dicho que debería estar más pendiente, pero por
suerte o por desgracia soy una persona bastante ocupada y lo voy dejando, lo
voy dejando, y al final me encuentro con estas sorpresas en forma de comentario.
Por lo demás, sólo dejar
claro que no censuro ningún comentario, sea del tipo que sea, y que todos se
publican automáticamente. Como se puede comprobar, no tengo demasiados y
algunos fueron hechos bastante tiempo después de publicada la entrada, cosa que
ha contribuido involuntariamente a mi desidia a la hora de controlar los
contenidos.
Lo que sí hago es tuitear a
menudo, ya que todos los días suelo leer los medios digitales, y una vez
localizadas las noticias que considero interesantes no me ocupa demasiado
tiempo tuitearlas, cosa que además puede hacerse con relativa facilidad desde
diversos dispositivos, a cualquier hora del día, y casi desde cualquier lugar.
En fin, una vez hecha esta pequeña
aclaración, vayamos al tema que nos ocupa:
La entrada Rahola y los ‘ismos’, aunque seguramente
mal explicado, trata de la gente que queda sometida a una ideología, a una
forma de pensar, hasta el punto de acabar resultando personas algo ridículas.
De entre los citados, quizá yo
hubiera dicho que desentonaba más Barberà, a
priori el menos histriónico. Pero como casi todo en esta vida, la cosa del
sometimiento al ‘ismo’ tiene sus grados, por eso he dicho a priori, porque se trata de algo degenerativo y parece que Barberà
decidió hace algún tiempo tomar la senda que le acabará conduciendo a la
disolución de su personalidad en el servilismo a una ideología.
Sea como sea, sólo se trata
de ejemplos que se pueden cambiar por otros que te gusten más, como los
políticos Tardà o Espot, las monjas independentistas, historiadores como
Cucurull, algún juez constituyente, o ese largo etcétera que conforma el
listado.
Si nos centramos más
concretamente en Rahola y Sala i Martín, no se trata de una comparación de currículum,
actividades o capacidades, si no más bien es como decir que el azul y el rojo
son colores.
De todas formas, y aunque no
pretendo hacer un monográfico sobre Sala i Martín, una comparación más minuciosa
entre ellos tampoco me parece descabellada. Al fin y al cabo ha sido el propio
Sala i Martín quien ha decidido voluntariamente convertirse en una especie de
Rahola de la economía, exhibiéndose en numerosos medios de radio, prensa y
televisión. No entraré a discutir que sea buen profesor explicando qué es el
IPC en Columbia o en la sobremesa; pero cuando se pone a hablar de España se le
ve el plumero. Tanto es así, que si por sus predicciones fuera el gobierno de
España habría durado dos años, España estaría expulsada de la UE y del euro, tendríamos
corralito, bancarrota total, y de milagro no nos ha bombardeado la OTAN por el
tema Cataluña. Me refiero al resto de España, claro; porque a los catalanes automáticamente
nos hubieran aceptado en la UE, en el euro… bueno, de hecho Cataluña es posible
sin el euro pero el euro no es posible sin Cataluña, porque nosotros igualmente
siempre podríamos ser la Suiza del mediterráneo, la Noruega con sol, o el
Kosovo de al fondo a la derecha, según vosotros.
Queda claro pues que en
numerosas ocasiones el señor XSiM ha intentado difundir una imagen apocalíptica
de España con la clara intención de favorecer al independentismo. La cosa no es
nueva, pero las patologías se agudizan en épocas de estrés, y en estos últimos
años el independentismo ha estado sumido en un estado de euforia colectiva tal,
que ni los holandeses especulando con cepas de tulipanes en el siglo XVII.
El punto de partida, por
fijar alguno significativo, lo podríamos situar cuando mantuvo la polémica con
Ernest Lluch sobre el alcance monetario de lo que los independentistas llaman
déficit fiscal. Lluch defendía que para hacer un cálculo que reflejara mejor la
realidad se debía tener en cuenta la balanza comercial con el resto de España,
muy favorable antes y ahora a Cataluña; Sala i Martín, por el contrario,
defendía que las compras y las ventas son voluntarias y el déficit fiscal no, y
que por tanto no debían tenerse en cuenta los flujos comerciales. Pero lo
cierto es que tampoco hace falta ser el eterno candidato a premio Nobel, según
los delirios de grandeza de los propios independentistas, para darse cuenta de
que el hecho de que los movimientos comerciales dentro de un país sean o no
voluntarios no implica que dejen de generar movimientos fiscales dentro del
citado país. Es evidente que una empresa catalana, o que esté instalada en
Cataluña, si vende un producto por ejemplo en Albacete, luego liquidará el IVA
-y la parte proporcional del impuesto sobre beneficios de esa venta, etc.-, en
Cataluña, aunque el pago no lo haya realizado un catalán ni se haya producido
en Cataluña. Si, por el contrario, el intercambio es con un país extranjero,
aunque sea de la UE, esto no es necesariamente así.
Tampoco se entiende
demasiado bien el argumento ese de que el producto catalán es muy bueno y
competitivo, y que por eso se compra voluntariamente en el resto de España.
¿Entonces por qué Cataluña no genera el mismo nivel de ventas en Francia, con
la que también limita y que es un mercado más grande que el español? La
respuesta es básicamente porque la compra no es tan voluntaria como se quiere
dar a entender, ni el mercado se comporta igual en un país que en otro. Tiempo
atrás, podemos remontarnos años o siglos, la cosa era aún menos voluntaria.
Hemos tenido dictaduras, proteccionismo, autarquía y de más, y en esas situaciones
siempre se ha intentado incentivar el desarrollo industrial de Cataluña en
detrimento de otras zonas a las que se ha forzado a ser consumidoras de esos
productos.
Luego está el tema de la
metodología, que las cifras son estimaciones, o que se incluyan conceptos
discutibles. Gente tan moderada como la Paluzie, que también trabajó en la
elaboración de las balanzas, dirán que no, que los cálculos se corresponden con
los criterios internacionales aceptados, pero a mi me gustaría saber a qué
criterios se refieren exactamente porque las balanzas fiscales entre ‘regiones’
de un mismo país no se publican en ningún sitio.
Ahí te dejo el texto de Sala
i Martín en respuesta a Ernest Lluch. Llama la atención que a un señalado por
ETA se le tenga la tan poca camaradería como para definirlo como ‘subinspector
de la policía nacional’. Supongo que eso forma parte de la forma de entender el
concepto de buen profesional entre los independentistas; o eso o que, como por desgracia
sabemos en este país, hubo un tiempo en el que unos apuntaban y otros
disparaban.
Lo que parece claro es que,
a tenor del repaso que le dio Borrell en El País, con la independencia Cataluña
no va a tener 16.000 millones de euros más al año. Recordemos que este es uno
de los argumentos más empleados por los independentistas para tratar de despertar
las más bajas pasiones de la gente, dando a entender que con esos millones la
crisis no hubiera existido en Cataluña aunque siguiera galopando por el resto
del universo.
Alguno dirá que lo del
repaso es subjetivo, pero es el propio Sala i Martín quien desarmado de mejores
argumento tiene que ocurrir a la creativa ocurrencia de afirmar que el importe
del déficit es como una Visa. ¿Qué cojones
significa eso? A saber; quizá en su época en el Barça se acostumbró a utilizar
la Visa de un modo peculiar, como otros han hecho con las black, porque el resto de mortales tenemos claro que lo que se
compra con Visa hay que pagarlo, es decir, que en ese aspecto estaríamos igual
que siendo España.
Sorprende, de todas formas,
que si uno de los argumentos para independizarse es la deuda que le corresponde
pagar a Cataluña, luego nos vengan con eso de que una vez independizados
podríamos no pagarla. ¿Esto qué es, una independencia o un sinpa? No sé, pero creo que hay que ser un poco más serio cuando se
tratan ciertos temas.
Finalmente, respecto a lo de
que el posible déficit fiscal no es voluntario, es discutible en el sentido de
que el sistema de financiación autonómico está pactado con las fuerzas
políticas escogidas democráticamente por los catalanes, que supongo que en el
momento en el que llegaron al acuerdo con el Estado también se sentían tan
soberanas como dicen ser.
Pasemos ahora a lo que
pasaría después de una hipotética independencia de Cataluña, cuestión sobre la
que también pueden hacerse ciertas apreciaciones.
En primer lugar, no entiendo
muy bien por qué es un neoliberal como Sala i Martín quien defiende que con la
independencia el estado social va a ser mejor que ahora, cuando las
aspiraciones de esta corriente económica es precisamente dejar el estado social
en la mínima expresión, es decir, extinto en la práctica. Aunque claro, aún se
entiende menos que esos que van por la vida de izquierdistas revolucionarios
libertarios los hayan asumido con fe ciega. En fin, así son los
independentistas.
¿Las pensiones? Garantizadas,
por supuesto.
Supongo que para afirmar
este tipo de cosas nos basamos en los datos actuales, los únicos de cierto
rigor, pero estos datos indican que Cataluña ya es deficitaria con el resto del
Estado, y de hecho existe una creciente preocupación por el envejecimiento de
la población catalana. Se podría contraargumentar que las pensiones de la
posible Cataluña independiente no se financiarán de la misma forma que se
financian ahora en España, pero entonces estaría bien que nos explicarán cuál
va a ser esa fórmula mágica que las va a garantizar, y si ello va a suponer un
aumento de las cotizaciones o de cualquier otro tipo de impuesto.
Ya sabemos que al final el
argumento para este tipo de dudas será siempre recurrir a los famosos 16.000
millones, con los que se pretenden amortiguar una posible contracción en el
comercio, en las finanzas, o cualquier otro tipo de inconveniente que se pueda
producir tras la independencia. Pero como ese es un tema ya comentado antes, y
los 16.000 millones no van a aparecer por ningún sitio, parece claro que los
mismos economistas independentistas han asumido que el tema de permanecer en la
UE se convierte en una cuestión de vital importancia, pues permaneciendo se
suavizaría el posible hundimiento del comercio con el resto del Estado, que es
el mercado más importante para Cataluña con diferencia, y con el resto de la UE,
que es el siguiente mercado en importancia.
XSiM también lo debe
entender así, y no lo digo porque sea adivino sino porque de otra forma se hace
difícil entender su verdulera reacción ante Durao Barroso, en Davos.
¿Qué podemos hacer, entonces,
si finalmente parece claro que quedamos fuera de la UE? Pues sencillo, tener
una nueva ocurrencia que consiste en asegurar que en última instancia tanto da,
porque rabia rabiña nos convertiremos en Suiza. Se ve que será algo así como la
canción aquella de ‘hago chas y aparezco a tu lado’, porque los motivos para
conseguirlo no quedan demasiado claros.
Lo de la fijación del
independentismo con Suiza es algo digno de estudio. Seguramente quieren enlazar en un solo concepto eso de que
hacen un referéndum cuando les sale de las narices, y para lo que les sale de
las narices, cosa que tampoco es cierta, con el hecho que sea un país rico.
Pero a mi me parece poco inteligente apelar a ese ejemplo, no sólo por la
automática asociación con los casos de corrupción sino también porque Suiza es
un país poco comprometido y que, por tanto, a lo largo de su historia ha ido
desarrollando una considerable impermeabilidad a la moralidad básica, lo que le
ha permitido convertirse sin demasiados problemas en el banco mundial de los
traficantes de armas, drogas, proxenetas, corrupción, dictadores, y todo aquel
que quiera mantener en el anonimato la titularidad del dinero. ¿No soy justo?
Vale, reconozco que también hacen relojes y otras cosas, sí; pero la riqueza les
viene de lo otro, y no sé si los catalanes estamos dispuestos a convertirnos en
eso, pero, en caso de que así fuera, habría que seguir teniendo en cuenta que
la economía de Suiza no se ha creado en un día y que es el producto de una
historia muy concreta y diferenciada de la nuestra.
Ya sé, Cataluña puede ser
como Suiza porque los catalanes no somos tontos o inferiores a los suizos.
Vale, muy nacionalista pero como argumento parece una tontería de dimensiones
considerables, entre otras cosas porque implica que en el resto del mundo sí deben
ser tontitos ya que no son Suiza. Puestos a hacer este tipo de populismo, yo le
diría a Sala i Martín que otra posible forma de converger con los suizos, y que
no pasa por la independencia, es que sus amigos no se lleven el dinero allí.
Con esto conseguiríamos que los suizos no se hicieran cada vez más ricos y
nosotros cada vez más pobres, es decir, conseguiríamos que la renta media de
los catalanes aumentara aproximándose a la de los suizos.
En fin, no nos pongamos
nerviosos porque este hombre tiene soluciones para todo.
¿Qué hacer si lo que quede
de España no quiere reconocernos tras una Declaración Unilateral de
Independencia? Pues muy sencillo, se les cortan las carreteras y las autopistas,
y ya jamás un producto español, ni un español, podrá salir de la península para
ir a Europa, ni un europeo podrá pasar del Ebro.
Aquí casi podríamos incluir
una risa final de malvado saliendo de la garganta profunda de un endiosado Sala
i Martín, con chaqueta rosa fluorescente. O eso, o que alguien le explique a
este señor que desde 1.714 se han inventado otros medios de transporte, y que también
existen otros pasos fronterizos entre España y Europa que no pasan por Cataluña.
Pero tanto da, lo que llama más la atención es la pataleta infantil que supone
afirmar algo así. ¿O es que acaso alguien en su sano juicio puede pensar que
dificultar o negar el transporte de personas y mercancías entre dos territorios
de la UE no va a tener consecuencias para la hipotética Cataluña independiente?
Y otra cosa a tener en cuenta: ¿cuánto pasarían a costar las autopistas
catalanas sin ese tráfico que las financia en gran medida?
Ya para acabar, hacer
mención de algunas otras veces en las que Sala i Martín ha quedado dominado por
su ‘ismo’ y se le han escapado ciertas inexactitudes
(por no decir descaradas mentiras) y exabruptos, con la clara intencionalidad
de perjudicar a España y favorecer al independentismo:
Por ejemplo, podíamos citar cuando
afirmó que los intereses del FLA eran del 5,8% cuando en ese momento eran del
1%, y actualmente del 0%, y una vez descubierto recurrió de nuevo a un pueril
argumento como es que ese dinero ya era de los catalanes, que más o menos sería
como exigirle a un banquero que nos conceda el préstamo sin intereses porque a
lo largo de la vida voy a ganar suficiente para devolverlo y, por tanto, el
dinero ya es mío.
O las veces que ha tratado a
los españoles de ‘cazurros’ o ha comparado a una simple niña que ni pincha ni
corta, como es la Infanta Leonor, con la niña del exorcista, producto de su
aversión a lo que pueda representar para España.
O sus habituales maleducadas
respuestas en Twitter a quienes no se sometan a sus visionarias predicciones,
entre las que dejo este ejemplo con el emprendedor Martín Varsavsky.
Bueno, eso es todo para
resumir. Supongo que ahora querrás acogerte a algún detallito, o algo así, para
decir que todo es erróneo y que todo me lo he inventado yo. Bueno, será un poco
aburrido, pero típico de independentistas.
Por cierto, como al final sí
que me ha salido una especie de monográfico sobre XSiM, creo que es de recibo
publicar esto como una entrada independiente.
Antes de empezar a escribir
no tenía pensado ningún título, pero estaría bien que fuera algo con cierta
relación con esta entrada y la respuesta. A ver qué te parece éste que se me
acaba de ocurrir: El progresivo
enraholamiento de XSiM. Estoy abierto a sugerencias.
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