Recientemente ha sido
publicada una entrevista al jugador de Athletic de Bilbao, Mikel San José, en
la que se suma a la tesis defendida por Gerard Piqué de que un independentista
puede jugar con España.
Lo cierto es que en la
práctica esto es posible porque España es un país integrador que considera
español a cualquier persona con nacionalidad española, incluso aunque no haya
nacido en territorio nacional, así tenemos a Mirotic jugando con la selección
española de baloncesto, o tuvimos a Talant Dujshebaev o a Arpad Sterbik, clave
en la consecución del último europeo, jugando con la de balonmano, o a Diego
Costa y tantos otros que han jugando con la de fútbol. Etcétera, etcétera.
España es un país que
convoca a sus representantes deportivos por criterios de meritocracia, es
decir, convoca a los mejores ‘convocables’ independientemente de su condición
social, ideas políticas, raza o sexualidad, como se demuestra con la selección
de hockey patines en la que la inmensa mayoría, o la totalidad de los
convocados, son jugadores catalanes, muchos de ellos, quizá todos, con gran
simpatía por el secesionismo, llegando al caso de que el entrenador, como se ha
podido comprobar muchas veces por televisión, suele dirigirse a ellos en los
entrenamientos y en los partidos oficiales en catalán.
Sabiendo entonces que España
es un país que convoca incluso a jugadores que podríamos llegar a considerar antiespañoles,
la cuestión es por qué estos secesionistas antiespañoles aceptan
voluntariamente competir por España. ¿Acaso este tipo de seres no tiene ética
alguna? Sin lugar a duda, son los de su ideología los que aseguran que España
es un país que oprime a sus pueblos, ¿por qué entonces vestirse la camiseta de
esos malvados opresores?
Dos cosas dirán al respecto:
1. Esos deportistas no
pueden competir por Euskadi o Cataluña porque esas selecciones no están
reconocidas internacionalmente, pero la cuestión sigue ahí: ¿por qué esos
deportistas compiten voluntariamente para el opresor de sus territorios?
Los deportistas que no
quieren jugar con España se podrían nacionalizar y competir por otro país. Ahí tenemos
a Helena Boada que compite por Eslovenia en baloncesto o a Xavi García que
compite por Croacia de Waterpolo, aunque este último tomó esa decisión después
de que el seleccionador español decidiera hacer un cambio generacional y no
contar con él, es decir, que el motivo de jugar por Croacia no parece responder
a un motivo político.
2. Para justificar esta
impresionante falta de coherencia y de ética, los secesionistas recurren al
argumento de que si esos deportistas se opusieran a jugar con España serían
impresionantemente sancionados con no se sabe qué.
El problema es que la realidad
demuestra que eso nunca ha sucedido. ¿Hay alguien que pueda decir un solo nombre
de deportista sancionado de alguna manera por oponerse a competir por España? Ahí
tenemos el caso de Oleguer Presas, que por motivos ideológicos siempre dijo que
no jugaría con España y nunca jugó -claro que lo tuvo fácil porque nunca fue
convocado, excepto para unas jornadas de convivencia-. Nadal ha renunciado
muchas veces a jugar con la selección española de tenis en la Copa Davis y nunca
ha sido sancionado; Gasol alguna vez ha renunciado a jugar con España alegando
necesitar descanso y nunca ha sido sancionado; y Fran Vázquez, jugador de
baloncesto gallego que ha renunciado varias veces a jugar con España y nunca ha
sido sancionado. Así podríamos seguir hasta el infinito.
¿Algún argumento, algo
tangible, en contra?
Al final, la cosa es bien sencilla:
nadie querría vestir voluntariamente la zamarra del opresor de su pueblo, y los
secesionistas no tienen problemas en vestir la elástica española. ¿Hace falta
explicarlo?