sábado, 10 de febrero de 2018

Los secesionistas y la disonancia cognitiva


Cualquiera que haya perdido el tiempo intentando razonar con un secesionista se ha dado cuenta desde el minuto uno de que algo chirría en esas mentes amarillistas, y si no ha recibido un burdo insulto como respuesta seguramente ha tenido que soportar alguno de sus típicos antiargumentos, que no contrargumentos. A saber:
1. Es antidemócrata (porque los únicos demócratas son los que piensan exactamente como ellos) y, por tanto, es fascista, franquista o españolista, que para ellos significa más o menos lo mismo.
2. Es votante del PP o de Cs (ahora ya incluso de PSC y si apuramos de En Comú), lo que más o menos viene a ser lo mismo que el punto 1 pero con otras palabras.
3. Pero también puede darse que en caso de haberse topado con uno de esos estelados que se las quiere dar de culto y moderado haya obtenido un ridículo bombardeado de suposiciones que se pretenden hacer pasar por argumentos sólidos aunque carezcan de base empírica alguna.
Obviamente, los dos primeros puntos no merecen ni una línea de explicación pues simplemente retratan lo que son los secesionistas en realidad, y por eso vamos a centraremos en el tercer punto.

Es sabido que una persona inteligente, diríamos normal, puede tener su propia teoría o argumento para explicar ciertos hechos o circunstancias, y que estas personas inteligentes y normales suelen contrastar esas teorías con la realidad que les envuelve. Por supuesto, si hay discrepancias entre lo que piensan y la realidad, suelen ajustar su razonamiento para alinearlo con lo real.
Sin embargo, hay otro tipo de personas que, en vez de alinear su pensamiento con la realidad tangible, prefieren hacer lo contrario y adaptan y manipulan la realidad para que cuadre con su erróneo argumentario. Es lo que se conoce como disonancia cognitiva o el recurso del mentiroso, una clara patología psicológica.

Para construir esta realidad paralela, los secesionistas han recurrido tradicionalmente a dos herramientas sociales: una a largo plazo, con la que falsean más o menos indisimuladamente la historia de Cataluña a través del entramado escolar (que no educativo), y otra a corto plazo, para lo que diríamos las mentirijillas y posverdades del día a día, a través de los medios de comunicación y los diversos voceros que trabajan en ellos (tanto en medios públicos como subvencionados, que vienen a ser lo mismo).
Últimamente, sobrepasando ya de mucho lo imaginable por personas normales, han añadido a su intento de adaptar la realidad a su ideología una nueva opción: las leyes exprés con las que han pretendido y pretenden llevar a cabo un cambio normativo que les favorezca en sus aspiraciones.

Así, ahora nos encontramos con que quieren vendernos que Machado era un peligroso fascista centralista igual que intentaron cambiar la realidad asegurando a la opinión pública que las empresas no solo no se irían de Cataluña sino que seguramente saldrían corriendo de la tercermundista España para instalarse en la Dinamarca del Sur, igual que la UE no solo aceptaría desde el primer segundo a una Cataluña secesionada como miembro de pleno derecho sino que incluso expulsaría a España por antidemócratica.
Y así todo.

Tal vez, el último y lamentable episodio de disonancia cognitiva programada por el secesionismo (y digo tal vez porque suelen ir a tal velocidad que ya debe ser el penúltimo), sea eso de los presos políticos.
Cualquier persona normal de un país normal -y así lo atestiguan todas las organizaciones gubernamentales y no gubernamentales del mundo que unánimemente consideran que en España no existen los presos políticos -aunque el secesionismo haya malversado ingentes cantidades de dinero público para intentar que digan lo contrario-, sabe que los actuales políticos presos fueron los ejecutores en la práctica de unas estrategias ilegales claramente marcadas (aunque seguramente no solo por ellos sino por ANC, Òmnium y resto de organizaciones parapolíticas similares), cuya aplicación no les llevaba solo a saltarse la Constitución y varias leyes españolas, y por tanto el marco normativo europeo, sino también las propias leyes catalanas y reglamentos del Parlament que ellos mismos habían aprobado años atrás, aun habiendo recibido claras advertencias de los diversos servicios jurídicos de Generalitat, Parlament, de especialistas independientes, y hasta seguro que de la negociación que llevaron a cabo con Urkullu, el Obispo de Barcelona y otros como mediadores, que dejaban claro que ciertas acciones iban a ser constitutivas de delito.
Pero da igual, su patología les lleva a obviar la realidad, y para ellos los ejecutores de delitos serán por siempre presos políticos igual que las investigaciones al corrupto Pujol eran ataques contra la inmaculada Cataluña.

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