Ya tenemos los resultados casi definitivos (99,8 % escrutado) de las elecciones del 14 de febrero de 2021 al Parlament de Cataluña, una elecciones históricas por ser las primeras, y esperemos que las últimas, que se celebran bajo una alerta sanitaria que ha reducido la participación hasta el 53,5%, la más baja en democracia de unas autonómicas catalanas.
Seguramente,
con el paso de los días se podrán extraer conclusiones más
sesudas, pero ya existen ciertos datos que saltan a la vista:
1.
Segundas elecciones consecutivas al Parlament en las que no
gana un partido secesionista, y todo eso en pleno procés.
2.
Los llamados “cordones sanitarios” no parecen ser una buena
medida para frenar opciones políticas de forma antidemocrática (es
decir, intentando coartar la voluntad del pueblo).
En
estas elecciones, los partidos secesionistas han intentado 2 cordones
sanitarios: uno al PSC y otro a Vox, y en el primer caso han ganado
las elecciones y en el segundo han irrumpido en el Parlament
como cuarta fuerza.
Recordemos
que en Francia le han hecho un cordón sanitario al Frente Nacional
desde su aparición, y parece que lo único que van a conseguir es
que al final gobiernen por mayoría aplastante, y encima a costa de
la izquierda.
3.
La baja participación ha favorecido al secesionismo, pero no de la
forma aclaparadora (abrumadora) que se esperaba; aunque es
cierto que con los peores resultados en conjunto de la historia
obtienen un porcentaje mayor de votos que en las anteriores
elecciones, y suficientes escaños para volver a hacer un gobierno de
perdedores siempre y cuando añadan a otro perdedor más al anterior
gobierno de perdedores que conformaban ERC y Junts.
Respecto
a esto, y ya que a algunos les gusta últimamente poner en cuestión
la calidad democrática, sería interesante hacer algunas
reflexiones: ¿Son realmente democráticas (entendiendo democracia
como la participación del pueblo en los asuntos políticos?) unas
elecciones con baja participación? ¿Para que sirve ganar unas
elecciones si luego pueden gobernar los perdedores? ¿Debería
implantarse el sistema de segunda vuelta?
4.
ERC se consolida como marca blanca de la posconvergència que
siempre hará lo que Junts ordene, con lo que se condena a seguir
siendo el eterno aspirante acomplejado sin visión propia sobre la
catalanidad.
5. El desplome de Ciutadans (Cs), que pierde 900.000 votantes respecto a 2017 es bastante inexplicable con el argumento de que era una formación con voto prestado, pues, desde luego, mucho trasvase a PSC no se puede haber producido porque este partido a duras penas supera el número de votantes de las anteriores elecciones (aproximadamente 44.000 votantes más, que no tienen por qué ser de CS teniendo en cuenta que, por ejemplo, En Comú pierde 132.000). Por otro lado, tampoco se ha producido trasvase de votos de Ciutadans al PP o resto de fuerzas, que obtienen peores números de votantes que en 2017. Cierto que Vox irrumpe en el Parlament con algo más de 217.000 votantes, pero aun suponiendo que todos provengan de Cs (cosa no tan clara porque, repito, el resto de partidos también han perdido votos), es difícil explicar que Ciudadanos pierda 734.832 votantes, según los datos en este momento (resultado de la resta a los 1.109.732 votantes que obtuvo en 2017 menos los 157.529 que ha obtenido en 2021 menos los 217.371 que obtiene Vox). La única explicación plausible es que los votantes de este partido han sido radicalmente abstencionistas, cosa bastante sorprende y digna de un análisis futuro más pormenorizado.
Captura de pantalla de El País, edición digital |
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