Tras la renuncia de Miquel Iceta como presidenciable a la Generalitat por el
PSC, y la designación como tal del actual secretario de organización de los
socialistas, y hasta la fecha ministro de Sanidad, Salvador Illa, pocas dudas quedan
acerca de las intenciones del PSC de convertirse en la muleta de los
secesionistas de ERC en un futuro gobierno de la Generalitat, seguramente formando
un tripartido con En Comú, en caso de que sumen los votos necesarios tras las
elecciones previstas para el 14 de febrero de 2021.
Varios hechos, más que indicios, así lo confirman:
En primer lugar, Iceta no sería un candidato del agrado de ERC, ni del
secesionismo en general, para formar gobierno, por considerarlo corresponsable de
la aplicación del 155, dejando de lado que el actual primer secretario del PSC
siempre se ha mostrado bastante beligerante con la actitud de los independentistas
e incluso con la de los políticos presos por golpismo. A todo esto hay que
sumar que Iceta no se ha cortado y, hasta casi el momento mismo de su relevo
como presidenciable, ha seguido asegurando que el PSC no iba a formar parte de ningún
gobierno de la Generalitat que incluyera a secesionistas. Por eso, tal vez, ahora
ya no está.
Illa, en cambio, es la mano derecha (¿sería más correcto decir izquierda?) de
Pedro Sánchez, y uno de los artífices de que finalmente ERC votara a favor en su
investidura, por lo que se le presupone una buena sintonía con Gabriel Rufián,
que, guste o no, es actualmente uno de los miembros que más influencia tiene en
las decisiones de la formación republicana antiespañola. Sabido es, por otro
lado, que Pedro Sánchez ha preferido aprobar los presupuestos, y de hecho
gobernar, con los ultranacionalistas de ERC antes que con Cs, partido que,
hasta que se demuestre lo contrario, parte como principal contrincante de los
secesionistas republicanos, tanto que de hecho es el actual partido ganador de
las últimas elecciones al Parlament. Asimismo, Illa también se ha mostrado
especialmente duro con la gestión de la pandemia de la presidenta de Madrid, y
con el PP en general, lo que aún dificulta más un posible acuerdo de los partidos
constitucionalistas de cara a formar gobierno en Cataluña en caso de sumar.
Si a todo esto añadimos que el PSOE ya ha hecho diversas concesiones a ERC,
como la supresión de la vehicularidad del español en la escuela en la llamada
ley Celaá, la cesión en la mayoría de peticiones de los secesionistas sobre las
medidas a tomar por el coronavirus, concesiones presupuestarias, o esas
sospechosas muestras de simpatía por parte de los responsables socialistas que
inevitablemente van a desembocar en la concesión del indulto a los políticos
golpistas, parece obvio que lo que se está fraguando es la reedición en
Barcelona del pacto de gobierno que actualmente se da en Madrid.
Quien avisa no es traidor, y luego no vale lloriquear cuando los votantes
no independentistas que depositen su confianza en el PSC vean como sus votos solo
sirven para apuntalar en el govern a un
partido secesionista que tiene como uno de sus principales objetivos seguir
discriminándoles como si fueran ciudadanos de segunda en su propia tierra.
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