Solo podemos decidir en libertad e igualdad de condiciones entre monarquía parlamentaria
o república si disponemos de información verídica y no sesgada de lo que
implica un sistema u otro; y ese, seguramente, es el principal motivo por el
que los partidarios de la república infravaloran, u ocultan directamente, las
acciones que lleva a cabo el rey en su día a día, o mienten descaradamente
sobre las diferentes cuestiones que hacen referencia al sistema de monarquía
parlamentaria.
Por una cuestión de simple prudencia, deberíamos desconfiar de aquellos que
nos quieren vender un producto como solución mágica a todos los males y no nos
explican en qué consiste exactamente, como es el caso de los tricolores que ni
siquiera saben explicar qué tipo de república proponen para España, de igual
forma que tampoco nos han explicado nunca en qué consistiría ese estado federal,
o ese estado plurinacional, a los que suelen apelar. Justo por eso, es lícito
pensar que su propuesta no pasa de ser la típica propaganda de vendedor de
crece pelo, destinada a esos dogmáticos que no se cuestionan nada de lo que
diga el ídolo de turno en el que depositan su fe.
Lo que deberían explicarnos los partidarios de la república, si quieren
convencernos de algo, es en qué consistiría lo que promueven: ¿esa república
española sería totalitaria como las bolivarianas, presidencialista como la de EE.UU.,
o tal vez solo una prácticamente simbólica como la alemana? ¿Sería como la República
Popular China, o tal vez seguiríamos el modelo de una república islámica? Seguramente,
ni lo saben, o peor aún, quizás solo contemplan la república como un mero instrumento
a superar, llegado el momento, que les permita instaurar un sistema totalmente diferente,
que nada tenga que ver con ella y ni siquiera incluso con la democracia. Al
menos, esa sería una explicación plausible de por qué eluden una aclaración tan
simple y prefieren centrarse en aspectos más populistas como atacar y desprestigiar
el actual sistema.
Es sabido que buena parte de los ataques de los republicanos se centran en la falsa afirmación de que la monarquía nunca ha sido votada.
Para empezar, la Ley de Reforma Política que posibilitó la celebración de
elecciones democráticas en 1977 se aprobó en referéndum con el 94,17 % de los
votos favorables. De las mencionadas elecciones del 77, salió la composición de
las Cortes que promulgaron la Constitución, aprobada doblemente por el Congreso
y con el 91,81 % de los votos favorables en el referéndum del 6 de diciembre de
1978, estableciendo así, por abrumadora mayoría, un sistema de monarquía
parlamentaría en España. Aún así, algunos afirman que eso no legitima la
monarquía, pero el sistema se compone de dos palabras: ‘monarquía’ y ‘parlamentaria’,
por lo que si no legitima a la primera tampoco legitima el parlamentarismo, ni
la Constitución misma, ni las leyes aprobadas en base a ella como el matrimonio
homosexual, el ingreso mínimo vital, las pensiones, las autonomías o las
lenguas oficiales.
Pueden decir también que al rey no se le vota directamente, aunque eso
supone obviar que la Ley de Sucesión de Juan Carlos I, que establecía de facto
a Felipe VI como Rey de España, fue aprobada en el Congreso con el 85% de los
votos favorables. Por otro lado, a los líderes políticos españoles tampoco se
les vota directamente, ya que en España se vota a partidos y no directamente a
candidatos. En Cataluña, por ejemplo, hemos tenido un presidente que iba el
número 11 en las listas. Aún así, cada cuatro años, o menos, se celebran
elecciones al parlamento y en ellas el resultado que obtienen los que apuestan
abiertamente por un sistema republicano es del todo irrisorio.
También están los que dicen, como si se tratara de una anomalía, que ellos
no han votado la Constitución debido a su edad. Solo aclararles que eso es lo
normal en todos los países del mundo, como se puede comprar en este enlace, ya
que las leyes fundamentales de los países no se rigen por los mismos criterios
que la elección del delegado de curso, ¿o es que acaso han votado alguna vez
los Derechos Humanos?
De todas formas, si obtienen las mayorías necesarias para hacerlo, podrían
reformar la Constitución y someterla a referéndum.
Nos dicen que si alguien de la familia real comete un acto que pueda ser
considerado corrupto se debería abolir la monarquía en España, pero la realidad
es que, si aplicáramos eso mismo a los representantes de las diferentes repúblicas
existentes en el mundo, no quedaba una en pie. ¿Y si aplicamos ese mismo criterio
a la democracia en sí misma? De hecho, comparativamente, las repúblicas son más
corruptas que las monarquías, entre otras cosas porque en las repúblicas el
cargo es temporal y solo se disponen de unos cuantos años para robar. Tenemos
el claro ejemplo de las repúblicas bolivarianas, tan admiradas por los
republicanos españoles, y comparativamente mucho más corruptas que España.
Nos dicen que la monarquía parlamentaria es un sistema anacrónico propio de
países atrasados y poco modernos. Suponemos que los republicanos españoles no
son tan ignorantes y que lo que hacen es mentir descaradamente cuando obvian
que países como Reino Unido (y varios de los países que formaban el Imperio
Británico y que, aunque ahora sean independientes, siguen teniendo como jefa de
estado a la Reina de Inglaterra: Australia, Nueva Zelanda, Canadá, etc.), Países
Bajos, Dinamarca, Noruega, Suecia, Noruega, Bélgica o Japón, son monarquías
parlamentarias, y que no solo son de los países más modernos del mundo sino
también de los más ricos. Seguramente también se les escapa que varios de los
países más atrasados del mundo son repúblicas, como sus queridos bolivarianos y
resto de Sudamérica, la gran mayoría de África, y diversos países asiáticos o
de Europa del Este.
En cuanto a que la monarquía no es democrática, suponemos que están queriendo
decir que los países citados anteriormente no son verdaderas democracias, o
desde luego que son mucho menos democráticos que Venezuela, Irán, Turquía,
Polonia o Hungría, por citar unos cuantos ejemplos que aún podrían ser peores. De
hecho, ni siquiera todos los presidentes de repúblicas son votados directamente
por el pueblo, como en el caso alemán.
Parece claro, entonces, que la monarquía parlamentaria no solo no dificulta
el desarrollo de la democracia sino que lo favorece, a tenor de los países que
han optado por ese sistema, entre otras cosas porque en este sistema el rey no
interviene en las cuestiones políticas y se mantiene neutral, cosa que no
sucedería en una república donde el presidente obedecería los dogmas e
intereses de un partido político. Quizás es que los pobres republicanitos españoles
albergan la esperanza de que las repúblicas solo sean gobernadas por la
izquierda, cuando lo cierto es que muchas lo están por la derecha y podrían
estarlo por la extrema derecha.
Otro de los argumentos recurrentes de los republicanos españoles consiste
en asegurar que mantener la monarquía española nos cuesta un ojo de la cara, pero,
con un presupuesto inferior a los 8 millones de euros anuales, la española es
una de las monarquías con menos presupuesto de Europa, teniendo en cuanta que
casi todas las monarquías europeas tienen menos presupuesto que los presidentes
de repúblicas. Cierto que podrían argumentar en contra que los diferentes
presupuestos que no son comparables porque no contemplan las mismas partidas, y
cierto es que, por ejemplo, en el presupuesto de la Casa Real Española no se
contemplan los gastos de mantenimiento de palacios, por poner un ejemplo, o de
seguridad, pero lo cierto es que esos gastos se pueden considerar como fijos
para el estado, ya que, al ser el estado el titular de estos, tendría que
seguir asumiendo ese coste como parte del patrimonio español en caso de que
España se convirtiera en república. Lo mismo pasa con el gasto en seguridad,
que igualmente debería destinarse al presidente de la república. Es decir, que
no se incurriría en ahorro alguno por abolir la monarquía.
Pero dejando de lado todas estas cuestiones, quizás el mayor motivo para
seguir estando en contra de la república sea precisamente el ser consciente de
quién está a favor de ella: extrema izquierda, populistas autoritarios (también
conocidos como antifa), antisistema, secesionistas y antiespañoles en general, es
decir, el frente populista, lo que refuerza la idea de que solo la reivindican como
mero instrumento cuya última finalidad es hacer de puente hacia otro sistema
que solo pueda ser controlado por ellos. De ahí que no expliquen en qué consistiría
la república y se centren únicamente en intentar desprestigiar, de todas las
maneras posibles, la actual monarquía parlamentaria. Y lo peor de todo es que
pueden conseguir arrastrarnos a un escenario de enfrentamiento civil, ya no
entre favorables y desfavorables a la república, sino entre los diferentes
‘tipos’ de republicanos, como ya sucedió en aquella antiejemplar II República
Española.
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