No
soy partidario de darle mucha importancia a este asunto, pues, a veces, como
dijera el presidente Rajoy, el mejor desprecio es no hacer aprecio. Tanto es
así, que estoy convencido de que si todos los españoles les dijéramos a los
independentistas: “venga va, silbad nuestro maldito himno que nosotros también
lo odiamos”, automáticamente dejarían de hacerlo sólo para fastidiarnos. Y es
que son así. ¿O acaso no habéis escuchado nunca al típico independentista -y no
me refiero sólo al mediático, sino también a la gente de la calle-, decir
aquello de que los españoles se van a poner histéricos con la pitada al himno, y
cosas por el estilo? Parece que disfrutan con ello; y es cierto, disfrutan con
ello.
En primer lugar, hay que tener en cuenta que son nacionalistas, por lo que ‘conscientemente’ consideran que abuchear un himno nacional es una falta de respeto gravísima que obligatoriamente tiene que jodernos muchísimo a los españoles. Y precisamente es esto lo que me interesa del asunto: Ellos creen que abuchear el himno nos debe joder muchísimo, y por eso van y lo hacen, dejando claro que su forma de ser y proceder tiene algo de maltratador sádico, al estilo de esos niños que cogen un insecto y disfrutan arrancándoles las patitas. La diferencia es que la mayoría de niños deja de hacerlo cuando comprenden que están llevando a cabo un maltrato gratuito, mientras que a los independentistas esto no se les pasa nunca.
Por
ello, el independentismo -o nacionalismo radical-, nunca podrá ser atajado mediante
acuerdos políticos, o no del todo, ya que ellos no hacen política; ellos hacen otra cosa, cuya solución seguramente está mucho más relacionada con temas de salud
pública, o educativos, que con el simple encontronazo de puntos de vista
políticos.
Independentistas expresándose. |
Por
otro lado, el abucheo al himno español, aparte de ser provocado por la pulsión
de maltratador-sádico que rige al independentista, tiene también una dimensión
legal, o delictiva si se prefiere.
Los
independentistas, tratando de justificar su comportamiento, van a recurrir al pretexto
de la ‘libertad de expresión’, pero para ellos la libertad de expresión es sólo
una simple excusa que les posibilita la realización de cualquier acto aunque este
incumpla las nociones básicas de la ética, la moral, el buen gusto, e incluso de
la legalidad (en cambio, si es otro quien sobrepasa estos límites refiriéndose
a ellos, no aceptan la excusa de que los que les critican lo hacen en base a la
libertad de expresión, en consonancia con su conocida dualidad que los hace tan
‘simpáticamente’ incoherentes.
Se tiende a obviar, además, que el derecho a la libertad de
expresión no implica que no se puedan cometer delitos, más o menos penables,
durante su ejercicio. Las propias organizaciones que velan por el cumplimiento
de la libertad de expresión, como la Organización Foro de la Libertad,
consideran adecuado que existan sanciones legales, o bien reprimendas en forma
de desaprobación social, por ejemplo en los casos llamados del “discurso del
odio”, ya sea en base al “principio de daño” o bien al “principio de delito”.
¿Si los independentistas no tienen ninguna dificultad para
poder ‘expresar’ libremente sus puntos de vista en España; si el abucheo se
produce con absoluta voluntad de hacer daño y ofender; y si ese abucheo se dirige
a un ente político, social y nacional concreto, con la voluntad de hacerle daño
y ofenderle, no puede ser este acto considerado un delito claro de xenofobia en
general y de hispanofobia en particular, es decir, de discurso del odio?
Si se debe suspender o no el partido, es sólo una posibilidad
entre tantas; pero lo que sí parece claro es que este tipo de acciones
organizadas con clara intención de ofender a un colectivo concreto deberían estar
reguladas de alguna manera para evitar consecuencias indeseables. Incluso el
propio Papa Francisco reconocía, tras el atentado contra la revista Charlie
Hebdo, que "si […] dice una mala palabra en contra de mi mamá, puede
esperarse un puñetazo... ¡Es normal!". No sé qué pretenden los
independentistas con esto, ¿iniciar un debate ‘racional’ sobre la libertad de
expresión?
Por suerte, para todos, en las reacciones viscerales ante las ofensas ajenas, los no independentistas también solemos mostrarnos a un nivel muy superior al de los independentistas, que tienen tendencia a mostrarse vulgarmente chabacanos; y seguramente esto es porque hemos entendido que el maltratador sádico no es nada sin nuestro sufrimiento, y que, ciertamente, a veces, como se decía al principio: el mejor desprecio es no hacer aprecio.
Por suerte, para todos, en las reacciones viscerales ante las ofensas ajenas, los no independentistas también solemos mostrarnos a un nivel muy superior al de los independentistas, que tienen tendencia a mostrarse vulgarmente chabacanos; y seguramente esto es porque hemos entendido que el maltratador sádico no es nada sin nuestro sufrimiento, y que, ciertamente, a veces, como se decía al principio: el mejor desprecio es no hacer aprecio.
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